Blackbourne
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No hay resguardo para la ira que antaño, desbordaban los primeros fundadores. No hay regocijo alguno en tener la sangre de los hijos, los padres, los hermanos, manchando las calles de nuestras ciudades. No hay piedad para aquel que se interponga en el camino del ascenso y el poder. Somos los Tres Grandes de Londres, y nuestro camino es único. -Angelus, Dominic & Leon- ________________________________ El tiempo de lo antiguo y obsoleto ha terminado, el tiempo de los tiroteos en callejones, los antros clandestinos y los ajustes de cuentas bajo el agua son cosa del pasado, un muy remoto ayer que encabezaron los bisabuelos, abuelos y hasta quizá los padres de esta nueva generación de Capos. La revolución alcanzó a las mafias, la modernidad grita en cada miembro de ellos; atrás quedaron las fachadas y los recatos. Exceso es la palabra que mejor define a esta nueva realeza Londinense. Casinos, lujos, autos, diamantes, licores, dinero fluyendo al por mayor, producto de tráficos e ilícitos. Si, la vida pinta bien, ¿no les parece?; mas sin embargo, no todo puede ser siempre tan fácil, pues para conseguir la opulencia de la cual gozan, se desarrolla una encarnizada batalla en las calles siempre dirigida por los Tres Grandes. "Descuida querida, tus bastardos estarán pronto contigo [...] Di adios Dominic, tu infierno será vivir con la impotencia de no poder salvarla [...]" La Muerte de Melina ha marcado un hito en el transcurso de los hechos, al establecerse Angelus como Parca para los Americanos; derrotado Dominic, la alianza temporal con los Rusos pende de un hilo, pues ya nada la detiene, para llegar a la cima. Mas sin embargo, la sombra de la Hermandad se eleva sobre todos ellos, filtrándose lentamente, tomando posesión de todo a su paso. Llegarán a ofrecerle a Burke, lo único que ahora exige: La Ley del Talión, en forma de llamada telefónica. "Te daré al Ángel en bandeja de plata" Sin más datos, sin más palabras que esas, ¿podrán derribar al monumental Ángel?, ¿logrará Dominic su vendetta?, ¿o serán los Rusos los que, al final, se quedarán con todo?
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Día Libre...(Señor Kitai)

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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Vie Jun 28, 2013 3:15 am

Un día más en la vida de Elena Katrina Bodrovski Merizteva, la rutina de la ciudad pareciera molestarle a la joven de cabellos platinados, sus ojos se enfocan al frente, los enemigos están cerca, sabe que sus padres tienen demasiadas ocupaciones hoy día como para ocuparse de los negocios a los que normalmente están relacionados, es por eso que la joven descendiente de gran linaje mafioso está a cargo de todo ahora. La joven de cabellos como los rayos de la luna, camina mirando a todos con cierto desdén, observa a los ahí presentes de arriba hacia abajo, sin duda alguna, no hay rival para lo joven. De manera astuta sus ahora enemigos tienen cautivos a sus padres, los dos seres a los que más sobre la faz de la tierra, mantiene el semblante serio, sabe que todo puede irse por el caño de cometer el mas mínimo error.  Su madre se mantiene atada de manos y pies, su boca se encuentra cubierta por un cinto que le impide poder hablar, mientras que su padre esta forcejeando por su libertad, pero su enemigo lo tumba de un golpe por la espalda. La joven rusa observa, desenfunda su arma la cual trae a su espalda, encañona aquien tiene a su madre, le mira fijamente y dispara justo entre los ojos, aniquilando de un solo tiro, gira y nuevamente con un solo tiro da muerte al sujeto que mantiene cautivo a su padre… sus enemigos ahora son historia. Desata a su madre y su padre corre hacia ambas, abrazándolas y agradeciéndole a la su pequeña por haberles salvado la vida.
 
Y es ahí donde tenemos que abrir los ojos Elena!!! DESPIERTAAAAAAAAAA!!!... parpadeo nuevamente, mis ojitos se abren casi con sueño, eso de no dormir bien por estar jugando Assassin´s Creed con Army no es bueno y más cuando a la mañana siguiente tenemos que ponernos en pie. Estiro mis brazos hacia arriba, maullando como un felino, para luego colocar mi muy afamado escudo a la espalda, saco del interior de mis jeans color negro y ceñido a mis piernas el móvil que mi papi me ha comprado para emergencias. Marco el número de Hulk y este solo menciona “Lena… emm… si no dices nada, yo no diré nada, pero te paso a buscar en el Hyde Park, tengo asuntos cercanos ahí y me es imposible ir por ti a la escuela, te marco cuando este yendo para irte a buscar al parque o donde estés… si Lena… hoy eres libre… pero es nuestro secreto… y por lo que más quieras, cuídate, juro que te compensaré” perfecto… justo lo que necesitaba, un día, un solo día para ser libre y no preocuparme por lo que fuera a pasar!! Si!! Es la mejor noticia.
 
-Tranquilo Hulk, no diré nada, mientras tú no digas nada, yo no lo haré!! Espero tu llamada grandote
 
Sonrío ampliamente y me ajusto las Botas negras de piso con adornos plateados, ajusto también mi blusa azul de Thor y la sudadera en color negro que traigo puesta, coloco mi escudo del Capitán América a mi espalda, si, mi fiel mochila en forma de escudo, diseño exclusivo que no dejo, dirigiéndome al lugar mas conocido en toda la ciudad Selfridge, la tienda más conocida en toda la ciudad… si veo algo que me guste… lo compro, es la enorme ventaja de haberme creado una cuenta de ahorros con el dinero que mis papis me han dado, así que no hay problema , puedo comprar a mi antojo sin que nadie me moleste con “¿Por qué gastaste tanto dinero?...te vamos a reducir tus gastos”, HO!! Si, esta vez voy un pequeño paso más que mis papis!! Claro a no ser que también monitoreen mis gastos personales, ahorrados por mi… en fin.


 
Llego a la ciudad, todo gracias al transporte público que amablemente Taylor me enseño a  utilizar, de no ser porque es sumamente orgulloso y siempre me regaña, seguramente seríamos muy buenos amigos; pero bueno, fuera de ello, no importa tengo todo bajo control, las instrucciones de Taylor fueron buenas ya que en poco tiempo aprendí a utilizar el transporte. Llego sin problema alguno al lugar que elegí, sin duda en este lugar seguramente encontrare lo que quiero, ya que bueno, entre las cosas que hay siempre encuentro algo para mi, para papá, para mamá, para Hulk, para Vince y no se, para cualquiera que se me ocurra.
 
Entro a la tienda, el aroma a perfume costoso, similar a los que mamá usa impregna en nosotras, si Lena, llegamos y tenemos dinero, recuerda que si nos hace falta, pues tenemos lo que papá nos da cada mes y es bastante!! Y bueno al final del día es dinero que nosotras hemos ahorrado… doy unos pasos y justo me detengo al ver una consola de videojuegos, parpadeo ampliamente ya que justamente ese cartucho no lo tengo y…. LO NECESITO!!!!, pero mientras puedo jugar el de prueba, y si me convence… se ira al carrito de compra…
 
-Bien juego de prueba…¡¡¡sorprendeme!!!- sonrío, tomando el control, esperando a que el juego comience y así poder tener algo de emoción en lo que me día comienza.
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Mensaje por Kitai Sókolov Vie Jun 28, 2013 1:25 pm

(Soundtrack)

 Los trabajos de prueba estaban volviendo loco al ruso. La familia no había decidido aún qué hacer con él y una cantidad astronómica de pequeñas tareas se acumulaban en su escritorio. Bebió un poco de café, tomando la taza oscura que reposaba muy cerca de su ordenador portátil, suspirando con fuerza. En su mente se agolpaban los recuerdos de sus días de entrenamiento, las horas de práctica dedicadas a una variedad inmensa de armas, acondicionando su mente y su cuerpo al frente de batalla. Frotó sus párpados y bostezó resignado, mientras hacía tronar los huesos de sus manos. Revisó por última vez el correo electrónico y allí encontró un mensaje de Katrina, la esposa del don. No pudo evitar que el café saliera disparado de sus labios cuando leyó el correo que había recibido. Se le estaba solicitando que cuidara de Elena, la hermosa heredera del señor Leon. Por un momento pensó que se trataba de una broma, o peor aún, de una trampa. No obstante no tenía muchas opciones, tan sólo podía llevar sus armas y alistarse para un inminente enfrentamiento. Se levantó de su sillón y tomó su sombrero, sus guantes y su abrigo, maldiciendo una vez más el horrible clima de Londres, mientras sus orbes celestes escrutaban el horizonte de una ciudad gris y sin vida. El dulce aroma de su despacho había quedado atrás, ahora se disponía a viajar en su vehículo al encuentro de la blonda. Una vez dentro de su Porsche revisó una vez más el correo, ahora desde su móvil, para cerciorarse dónde yacía Elena. Una tienda de renombre, ubicada en el corazón de la ciudad, aquel era el destino de Kitai. Por un momento sonrió pensando en el dinero que la pequeña blonda debía despilfarrar en un sitio así. Era natural que la chica frecuentara lugares costosos y se diera gustos que pocas jóvenes de su edad podían darse, después de todo la familia rusa tenía vastos ingresos, superiores a los de cualquier persona corriente. Por un instante sacudió su cabeza en una notoria negativa, mientras tomaba con fuerza su sien y mordía su labio inferior. Sentía que su sangre hervía lentamente y que una amarga sensación le asaltaba.

"El futuro de la familia depende de un surfista y de una chica adicta a los juegos de computadora, ¡esta gente heredará un imperio y no sabrán qué demonios hacer con él!"-pensó por un momento el muchacho, ofuscado por las actitudes de Vince y Elena, respectivamente. Llevó su mano diestra a las llaves del vehículo para ponerlo en marcha mientras una llovizna gentil se precipitaba sobre la ciudad londinense. Manejó un tiempo, lanzando algunas miradas de soslayo desde el automóvil, analizando su entorno y observando detenidamente a las personas que había en la calle. Si se trataba de una trampa debería estar seguro de dónde podrían provenir los primeros disparos. Estacionó su vehículo fuera de la tienda, tan sólo a unos metros, de ser necesaria una fuga improvisada. Tomó su abrigo, dejando sus guantes dentro, y lo sostuvo entre sus brazos mientras cerraba la puerta de su Porsche con un movimiento gentil de su rodilla. El viento y el gélido frío, que ahora se acrecentaba gracias a las finas gotas de lluvia que cubrían sus ropas, no pareció inmutar al ruso. Sus ojos de zafiro observaron, desconfiados, a una cierta cantidad de individuos que pululaban por las calles. Su mirada punzante buscaba rasgos que justificaran alguna sospecha, pero todo era inútil. Los responsables de emboscarlo sabían cómo hacerlo, o simplemente no había trampa alguna. Suspiró y maldijo una vez más a la ciudad. Odiaba Londres por más de un motivo, allí estaba por negocios y su estadía se había prolongado tanto que había conseguido un pequeño despacho donde monitorear las actividades de sus objetivos. De otra forma hubiera sido muy difícil poder atender los trabajos de la KGB y las pruebas de la pareja rusa. Estas últimas eran un verdadero dolor de espalda. No estaba realizando tareas de espía, tan sólo era el cadete oficial de la mafia. Sus mejillas se tornaron carmesí mientras se adentraba en la tienda. Se ruborizó con vigor y pensó en aquel correo donde se le había prometido una verdadera tarea digna de sus capacidades, recopilar información en un hotel de la familia Vetra. No parecía muy difícil, pero estaba seguro de que no sería fácil, esas misiones exhibían su verdadero color cuando entraban en detalles.

Cruzó el umbral y miró a su alrededor. Algunas jovencitas endulzaban aquel mediodía con su presencia y sus inocentes risas, mientras se paseaban buscando perfumes y ropas de diseñador, probándose cuanta prenda se ciñera a sus figuras. Divisó rápidamente a Elena pero se quedo atónito al ver a la heredera de la familia rusa, a la chica que podía darle una orden a su madre y hacerlo desaparecer por siempre. Ella no podía ni siquiera imaginar el poder que ostentaba, parecía tan inocente allí, distraída por un juego de computadora, vistiendo una mochila con el escudo del famoso héroe norteamericano. Arqueó sus cejas sorprendido y dejó caer su mandíbula, aún con su vista fija en la bella blonda. Kitai tenía entendido que la inocente pequeña estaba ajena al mundo de la mafia, pero eventualmente se incorporaría a ella, no cabía duda alguna, el negocio corría por sus venas. No obstante por un momento pensó que la mejor opción sería robar un tanque y acabar con los italianos él mismo, porque la familia rusa no estaba cumpliendo con sus expectativas, sin embargo no era un plan muy bien elaborado y por otro lado sabía que estaba a prueba aún. Habría oportunidades para su Vendetta personal contra lo familia italiana, pero no todavía. Cuando se iba acercando a la bella princesa del imperio ruso un joven la increpó, de forma un tanto brusca, e intentó abrir una conversación con la blonda, seguramente inofensiva. No obstante no podía dejarlo actuar a sus anchas y por lo tanto lo tomó de sus ropas con su mano libre. 

-Señorita Elena, la estuve buscando por toda la tienda, le traje un abrigo. Hace mucho frío, ¿sabe? Podría resfriarse-Espetó con dulzura el blondo, observando a la hermosa Elena a los ojos, ante la mirada sorprendida del joven que se le había acercado. No era muy difícil ver que algo había entre manos cuando un sujeto de una imponente estatura, vestido de Armani y con sombrero, se dirige a una jovencita con tanto respeto. Sin dudarlo un instante se alejó de los rusos y Kitai suspiró con resignación, otorgándole a la chica una mirada severa, como la de un hermano mayor, fijando sus ojos de zafiro de forma punzante en los ajenos. 

-Sea más cuidadosa por favor-Espetó el muchacho mordiéndose el labio inferior-Soy Kitai Sókolov, su madre me ha pedido que la cuidara
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Lun Jul 01, 2013 9:24 pm

El juego comienza y mis dedos juegan con los controles como si fuese un simple control remoto, frunzo el seño, observo la pantalla, por mero instinto mis dedos se mueven y como siempre comienzo a brincar… sin duda el juego se pone interesante, miro fijamente la pantalla y muerdo mi labio inferior, por ahora no hay nada ni nadie que me pueda detener –Hey!!! No seas sucio… vamos… eso… corre!!! - si mis típicos gritos de emoción y pasión al jugar… sin darme alguien toma el otro control, ¡¡genial!! Me darán batalla… espero que pueda conmigo. Sin más, en menos de lo esperado el contrincante es acabado, pero el juego deja mucho que desear.  Dejo el control a un lado y observo al chico que esta aun lado mío, el chico comienza hablar y decir cosas que sinceramente no comprendo muy bien, la verdad es de las pocas… por no decir…  LA UNICA VEZ… que me sucede algo así, seguramente el chico frente a mi no ve bien, está jugando o seguramente está mal mentalmente, o solamente Thor sabrá porque; a mis oídos solo alcanzo a escuchar “bla…bla… goooff…emmm…bla…bla…bla…” seguido de las gesticulaciones que en mi rostro se manifiestan gracias a no comprender muy bien lo que esta pasando,  y la verdad dudo almenos en mucho tiempo poder comprender… cuando por fin se queda callado, cosa que sinceramente agradezco, suspiro.
 
-Emmm, pues mira yo no trabajo aquí, juro que si traigo dinero para pagar lo que comprare y no tengo la más remota idea de que estás haciendo aquí
 
Acto seguido comienzo a caminar, y desgraciadamente el joven con cara de actor de telenovela de las 4 de la tarde me sigue, cosa quesigo sin comprender muy bien. Camino más rápido hasta llegar al área de videos, si, capte bien, comprare algún juego o mínimo fingiré que compraré uno para luego perderme entre la gente y salir de ahí huyendo, le contare a Hulk de lo que me ha pasado para que haga algo bueno o mínimo asuste al sujeto en custodia que comienza asustarme. 
 
Pero en menos de lo que esperaba aparece otro sujeto más, provocando que me lleve una mano a la frente y me dé un golpe a mi misma por no saber que es lo que pasa…¿Por qué a mí?, si, esa es la misma pregunta que nos estamos haciendo justo ahora…. ¿Qué diablos fue lo que hicimos para que nos este pasando esto?... pero todo cambia cuando , el sujeto número 2, dice una sarta de cosas, me mira sumamente extraño y el sujeto 1 se termina marchando… el sujeto dos, me dice algo mas, a lo que solamente logro decir.
 
-¿Me que? -Recibo un saco y me quedo parpadeando sin comprender muy bien las cosas… acto seguido, dice otras cosas y no capto muy bien, comenzando a ponerme sumamente nerviosa, ¿Qué sea cuidadosa? Por Odin, ni mamá me dice eso, mamá diría “Elena, se menos distraída …” o algo parecido, pero nunca eso, a demás a todo esto!! ¿COMO DIABLOS SABE MI NOMBRE? ¿Por qué me habla como si me conociera? Yo en mi vida lo había visto…
 
-¿mi mami hizo qué?- trago saliva –creo que mamá se refería a que me cuide sin que lo mire, porque sabe que me pongo- frunzo el seño y no termino de creerle muy bien. A fin de cuentas Elena, ¿Quién aparece de la nada y dice algo así?... déjame adivinar… EXACTO!! NADIE!!!, por lo que lo golpeo directo al estomago, me quito el saco, aventandolo aun lado de donde estaba y salgo corriendo lo más “rápido” que puedo para perderle de vista… corro por todo el enorme centro departamental, hasta llegar a un lugar donde nadie creo que en su sano juicio acudiría… si… maternidad… saco el móvil y busco el número de mamá, si mamá niega esa nueva “seguridad” es porque seguramente es cierto… marco el número de mamá, y comienzo a escuchar el sonido de espera…hasta que por fin responde.
 
-mami, hay tal Kitara.. no… Kiruto… no… no… un tal no se que Sókolov que dice que tu lo mandaste a cuidarme… le pedí a Hul… digo Mikael que me trajera a comprar unas cosas aquí a Selfridge, el se quedo afuera, sabes que soy muy lenta y me distraigo y lo estreso y eso, pero bueno el punto!!!  Es cierto!! Si no es cierto para ir por Mikael y que me saque de aquí, porque me esta asustando es demasiado… dime!!! Porque creo que esta cerca, estoy escondida justo detrás de una cuna para un bebe creo que mutante porque es enorme!!!mami habla!! Por favor!! Me estoy poniendo nerviosa
 
Mi paranoia es demasiado grande, pero claro, desde el ataque a la casa hace poco mas de un año, los nervios y la seguridad han incrementado más… y esto obviamente no lo esperaba. Mamá habla y habla, tratando de calmarme, incluso repite los mismos ejercicios para controlar mi respiración, para que no me agite y todo se ponga peor… una vez que ya logro estabilizarme, solo dice <<“Elena, se llama Kitai y efectivamente es el nuevo encargado de cuidarte, cálmate, hablaré con él para que no vuelva a suceder esto … te veo creo ... por la noche, tengo cosas que hacer, si no, pues  tu sabes, tu padre, es el que se hará cargo de ti. Nos vemos” >> mamá tan dulce y sutil como ella siempre es, me aclara todo, puedo respirar mucho mas tranquila y estar mucho mejor.
 
-Bien mami, te quiero un besito.
 
Cuelgo y guardo el móvil, notando como la gente me mira extraño ya que me escondí casi en pecho tierra para que no me busquen…me incorporo lentamente, sonrío ampliamente  y continuo en mi enorme búsqueda por comprar algo lindo para la gran familia…pero me pierdo justamente en departamento de juguetes, justo ahora hay algunos que no tengo, así que a buscar un juguete lindo. Me pierdo justo en una figura grande de Hulk, este será el regalo perfecto para Mikael, así que lo agarro, para poder comenzar mi larga tarde de compras…
 
-¿Kitai?... me suena a nombre de mascota

 
Me encojo en hombros, continuando mi camino… esperando uno a encontrar al nuevo custodio o dos a que me encuentre él a mi.
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Mensaje por Kitai Sókolov Mar Jul 02, 2013 2:55 pm

La fémina reacciona de una forma inesperada y huye del ruso a paso rápido, no sin antes golpearlo de manera imprevisible. Kitai yació inmutado, viendo cómo su abrigo caía de forma estrepitosa al suelo, el golpe de la muchacha no le hizo nada en lo absoluto. Sus ojos celestes resplandecieron con la fuerza de un volcán en erupción, y sus dientes apretados se hicieron ver cuando la blonda desapareció de su vista, adentrándose en la tienda. Elena era hermosa, de eso no había duda alguna, pero no había forma de que fuera la hija de Katrina. La esposa del don era una mujer de mundo, autoritaria, imponente, hasta era intimidante para él; quien soportaba la presión de mentirle a las fuerzas gubernamentales a cargo del señor Vladimir Putín. Ahora debía soportar el encargo de cuidar a la blonda que se comportaba como un niño, un mero infante. Era ingenua, descuidada, torpe, ni siquiera podía transmitir cierta femineidad. Era un pequeño muchacho de once años atrapado en el cuerpo de una bella jovencita. Los encargados del sitio observaron al muchacho de forma adusta, sin estar muy seguros de cómo reaccionar. Kitai frunció el ceño y se rascó la barbilla, suspirando con fuerza, mientras levantaba el saco. Si había una especie de emboscada en elaboración él sería carne de cañón, porque no había forma alguna de poder cuidar su pellejo y el de alguien más cuando su objetivo era tan discreto como un elefante con tacos. Cuando un hombre de mediana edad y de aspecto descuidado se le acercó al joven fue para interrogarle acerca de lo acontecido. Se limitó a preguntarle si todo estaba en orden, y él asintió con algo de fastidio, esbozando una sonrisa forzada y escrutando el sitio en su totalidad para encontrar a la hija de katrina. Se tomó el rostro con su mano libre y mordió su labio inferior mientras se adentraba en el negocio buscando a la chica. Masculló algunos insultos en su idioma natal mientras buscaba entre los distintos espacios y recovecos algún indicio del paradero de la fémina. 

Le pareció escuchar la estridente voz de la blonda cerca de los juguetes para niños y con desconfianza fue caminando entre la gente mientras el aroma de un sutil y delicado perfume asaltaba sus fosas nasales. Como era de esperarse en un lugar así las mujeres que frecuentaban esos lares tenían cierto poder adquisitivo, y era muy normal que pudiera percibir aromas tales como Chanel y Carolina Herrera, entre otros. Se detuvo al toparse con una mujer de su edad y un pequeño de cabellos castaños. La fémina era la responsable de aquel bello perfume, y se disculpó de inmediato con el muchacho por interrumpirlo en su búsqueda. Él se mostró despreocupado y desenfadado, pero sin demorarse demasiado prosiguió con su tarea cuando escuchó su nombre... y unas quince variaciones de la palabra "Kitai". Tomó su tabique con su dedo índice y pulgar, cerrando sus orbes y maldiciendo por dentro la horrible asignación que se le había otorgado. Por un lado era una tarea loable, Katrina y el don habían confiado en él para mantener la seguridad de su hija, por otro lado era insoportable y a la vez muy peligroso. Era un sitio espantoso para cuidar de una persona cuando el negocio era un hervidero de gente. Pero no era lo peor, ya que se trataba de una prueba podía haber miles de ojos encima del joven, analizando su rendimiento. No le importó mucho cuando pasó a un lado de su objetivo sin que pudiera percatarse de su presencia. 

La figura de la blonda se había hecho ver a la distancia observando un muñeco de Hulk. Y mientras parecía alejarse de Kitai no pudo hacer mucho para lograrlo ya que no le había visto, por otro lado su cabello le transformaba en un sencillo objetivo y, si bien había exhibido una excelente habilidad para escabullirse por entre las personas allí presentes, no podía escapar de una persona entrenada para encontrar individuos que pasan una vida entera haciéndolo. Acortó la distancia entre ambos con sumo sigilo, y antes de abordarla nuevamente escuchó aquel comentario acerca de su nombre. Si el joven tenía paciencia alguna entonces Elena le había puesto un fin, lo poco que aún permanecía dentro de él ahora se había esfumado como el rocío de la mañana cuando el sol renace por el horizonte. Se colgó el abrigo al hombro y tomó la mochila de la blonda para evitar una segunda huida. Tirando hacia atrás para tener a Elena más cerca, y haciendo fuerza para levantarla, se le acercó a su rostro para fijar su vista punzante en los orbes ajenos. Ofuscado por la actitud ajena y con un dejo de resignación en su tono de voz, autoritario y fatigado, espetó:

-Es un nombre de origen ruso, quiere decir china. Y estoy seguro que si vuelves a escaparte así deberé tomar el siguiente avión que allí se dirige, de lo contrario no quiero ni siquiera imaginar de lo que tu padre sería capaz de hacerme.-El fuego zafiro de sus ojos claros punzaba los ajenos como dos estiletes, mientras con su brazo derecho sostenía a la chiquilla de la resistente mochila, a unos centímetros del suelo.-No te voy a soltar hasta que me prometas ser más discreta, hay por lo menos dos agentes de la familia italiana en éste lugar, y si no te quedas a mi lado no seré el único con problemas.-Mientras le regañaba sus orbes fugitivos observaron de reojo a la fémina que anteriormente le había interrumpido y el sujeto que lo había increpado cuando Elena lo golpeó. Ambos yacían a unos cuantos metros de distancia y eran espectadores de la inusual escena. Sabía que no harían nada en un lugar tan concurrido, pero estaba contento de haber llevado sus armas consigo, bien escondidas entre sus ropas.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Sáb Jul 06, 2013 5:58 am

Todo parecía genial, yo y el enorme centro comercial solo para mi… sin duda alguna, creo que todo está genial, tengo dinero, mi tarjeta, dinero en efectivo y mi as bajo la manga… la tarjeta platino de mamá, que papá voluntariamente me ha prestado para casos de emergencia, y esta puede ser una emergencia, ya que en el enorme caso de que no me alcance lo que tengo tendré que usarle, aunque no es la primera vez que la utilice... continuo mi camino por el lugar, mirando, observando cual puede ser el regalo mi perfecto tanto para mi mamá como para mi papá.
 
Camino y giro rápidamente, noto que ese individuo de nombre de mascota, para ser exacta de cachorro de perrito, tiene mi escudo con él…¿Qué alguien me explique? ¿Por qué me hace eso? Se que si mamá y papá se enteran, lo matan… y esta vez no me importaría, ya que tiene MI ESCUDO DEL CAPITAN AMERICA!!! Esta profanando el poder de mi escudo, la seguridad que este me proporciona y claro, es el regalo que papí me dio hace un tiempo. Frunzo el seño, cruzo los brazos y le miro molesta y mas porque hace una explicación que esta vez no me interesa…
 
-Si… si… pero no deja de sonar a nombre de cachorro- hablo molesta y mas porque esta interrumpiendo mi día de compras, ni Hulk lo hace y eso que creo que él estuvo en la sala de partos y me recibió cuando nací. Hasta que dice algo interesante, provocando que sonría algo maliciosa –¿Qué te puede hacer papá? Mira te dire, hay unos chicos en la escuela que me llaman “Friki”, ¿sabes? Papi odia, detesta que me llamen de esa manera… cuando se entero que esos chicos de la universidad me llamaron de esa manera, los encañono en la cabeza…- sonrío y bajo la mirada hacia su entrepierna –si… creo que vamos comprendiendo a que “cabeza” se refería, creo que si a ellos que solo me llamaron de esa manera fea les hizo eso, a ti ¿Qué te podría hacer si eres el nuevo  y aparte tienes secuestrado mi escudo que mi papi me regalo y el cual no me quito? Dime!! - hablo molesta y decidida –dime… si, querido Kituru, te hara pedazos, y creeme que encantanda dejo que te hagan cachitos, porque ¡¡¡ MI ESCUDO NADIE LO TOCA!!!- hablo levantando la voz en esas últimas palabras, sin importarme que tenga mi mochila doy un pequeño brinco y me cuelgo de mi mochila, hasta soltarla de sus manos y colocándola a mi espalda otra vez. Le miro desafiante y molestia.
 
-Y por los Italianos… por favor, ¿eres nuevo en esto verdad?, si mamá te envio a cuidarme…- sonrío ligeramente-si, se nota que eres novato…- suspiro saludando a Angelo y Dago, dos de los guardaespaldas de Army, mi súper mejor amigo ahora novio de la odiosa de Burke-Es que no tomo sus píldoras hoy chicos, díganle a Army que le marco en la noche…- los dos hombres se marchan, mientras voy observando al nuevo –mira Kitai, así se dice no… bueno como sea, en primer lugar, no todos los italianos son malos, llamas mucho más la atención haciéndome enojar y no teniendo las cosas en paz conmigo que teniendo paranoia… creo que antes de hacer esa aparición de la nada y casi matarme de un susto, debiste de investigar un poquito de cómo es mi vida normal… ahora, ya que estas aquí, sostén la imagen de Hulk, no la maltrates trátala con cariño… y vamos aun falta mucho por comprar y si no quieres que mi papi y mi mami se enteren que tomaste mi escudo e hiciste un tremendo drama por mi “conducta” y terminar sin ambas cabezas… mejor mantén la boca callada y sígueme… mira que soy mucho mas inteligente que tu y tengo muchos métodos para que mis papis se enteren… y no te va a gustar el resultado… por algo soy hija del Capo y Consigliere de la familia Rusa, no me subestimes querido Kitai
 
Doy la media vuelta como lo haría Natasha Romanov, suspiro mirando lo que hay a mi alrededor, cualquiera en mi lugar se da la media vuelta y se marcha molesta y sin comprar, pero como me esta molestando este sujeto, ahora me quedo a comprar y que él cargue lo que he comprado –Oye!! Y llevas mucho aquí en Londres… digo si vas a pasar muchoooooooo tiempo conmigo, si vamos a estar mucho tiempo juntos, creo que es lo mas sano que sepa de ti y más cuando tenga que dar referencias tuyas a mis papis por la noche que me pregunten por ti… tengo que decir algo, o prefieres que les diga que casi me matas del susto y ese amargo rato de hace unos minutos- chantaje, es lo que mas amo y mas cuando se que tengo las de ganar, esos dotes son aquellos que pocos saben de mi, más porque al ser empleados de mis papis, tengo mas credibilidad que ellos, amo el poder que mis papis me han dado y mas cuando tengo muchos ases bajo la manga… muchos que al ser amante de la tecnología, siempre tengo activados…
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Día Libre...(Señor Kitai) Empty Re: Día Libre...(Señor Kitai)

Mensaje por Kitai Sókolov Sáb Jul 06, 2013 6:04 pm

La vida de un soldado es dura, les matan de hambre, les tratan como ganado, les dicen qué comer, cuándo comer, qué pensar y cómo hacerlo, el entrenamiento es riguroso y es muy común que algunos abandonen cuando su mente y su cuerpo colapsan. La vida y el acondicionamiento de un Spetsnaz es mucho peor. El soldado no es más que un peón en el enorme juego de la guerra, no es más que la ficha de menor valor y la carne de cañón para guarecerse del fuego enemigo. Pero ellos (los Spetsnaz) son la élite de la élite, entrenados para soportar el peor castigo, las condiciones más austeras, y poder combatir al rival más feroz. El ruso era uno de los mejores, entre los mejores. Su cuerpo era capaz de soportar el peor castigo, su mente no se quebraría por nada en el mundo, y su ingenio era rivalizado por unos pocos. No obstante la guerra no era el destino del blondo, su futuro no tenía lugar en un campo de batalla, su devenir era muy distinto. Kitai estaba agradecido por no sortearse la vida todos los días, agradecido por no tener que compartir las duchas con hombres abandonados, fieros y hostiles. No tener que mantener la cabeza gacha por miedo a que su cráneo fuera perforado de lado a lado, o que su compañero huyera presa del terror dejándolo en un sitio inhóspito contra hordas enemigas. Sin embargo todo aquello parecía un paraíso de ensueño ahora, la voz estridente de la blonda amenazaba con dañar de forma permanente su psiquis.  Sus ojos no se fijaron en su interlocutora, observaron de soslayo el negocio en su totalidad, haciendo caso omiso de las amenazas de la joven. Era evidente que había más de un agente al servicio del don en aquel lugar, él estaba a prueba, no le dejaría solo con ella. Pero algo no cuadraba, los agentes de la familia rusa no estaban capacitados al mismo nivel. Algunos apenas eran capaces de sostener un arma de fuego, mientras había otros cuyas capacidades de combate, de inteligencia, y de espionaje dejarían a Kitai como un niñato. No conocía las capacidades de los demás, no había forma de saberlo, y su condición de doble-agente le dejaba un poco expuesto. Su lealtad yacía, indudablemente, con la mafia rusa, pero si quería mantener las apariencias sería prudente no dejarle a la muchacha saber demasiado. Era muy temperamental, descuidada, y (como era de esperarse) su posición como la hija del don y su mujer habían hecho estragos en una muchacha que no sabía ocultar su presencia o estatus, además de hacerle imprudente y arriesgada. Confiaba ciegamente en su seguridad, pero no todo sería tan fácil, sin mucha dificultad Kitai había engañado a un sujeto que tenía como tarea cuidar de la integridad de su madre y su padre ¿Tenía garantía alguna de que aquellos agentes no eran igual de inútiles?

-No creo que sus padres necesiten de un cobarde entre sus filas, señorita Merizteva, no es necesario que me amenace con algo tan trivial como perder mi hombría, he visto y experimentado cosas horribles que le quitarían el sueño a cualquier sujeto. Haré lo que deba hacer y si cree prudente hacerle saber al don acerca de mi comportamiento... pues hágalo. Debo velar por su seguridad, y mientras no le hagan daño eso quiere decir que sé cómo llevar adelante lo que se me ordena.-espetó con la frialdad de Siberia, el semblante ofuscado y el entrecejo fruncido. Aún observando de reojo el sitio y tomando por reflejo el objeto que la blonda le había otorgado. Ver la figura de Hulk en sus manos, convenientemente guarecida por un blitzer de plástico, le arrancó una inesperada sonrisa. Haciendo uso de sus conocimientos del cuerpo humano, y de la meditación a la que todo artista marcial debe acostumbrarse, tomó un respiro y cerró sus ojos, intentando conservar la calma. Por momentos deseaba darse a la fuga y terminar con la mafia italiana de un solo golpe, tan sólo debía robar un avión de la KGB y encontrar una tripulación lo suficientemente inestable mentalmente para que le acompañasen en aquella loable tarea. No obstante le pareció un poco arriesgado, a pesar de que la mera idea de hacerlo acentuó su sonrisa un poco más. 

Era una situación inusual y hasta caricaturesca, la blonda amenazándolo con reportarle a las cabezas de la familia rusa, capaces de hacerlo desaparecer de la faz de la tierra... mientras Kitai se imaginaba en una situación irreal y hasta irrisoria. Y a pesar de todo no era tan extraño, el muchacho era conocido por divagar y enajenarse de la realidad con suma facilidad. La pregunta de Elena llegó a sus oídos como un eco a la lejanía, como las últimas palabras de un moribundo soldado que lucha desesperadamente por la vida, antes de embarcarse en un viaje eterno guarecido por las oscuras alas de la parca. Sonrió aún más cuando ella le amenazó nuevamente, pero esta vez no estaba ofuscado, su enojo había desaparecido por completo. Si su seguridad corría peligro por las palabras de una niña mimada y consentida, entonces no había nada que hacer en la familia rusa, estaba seguro de que al don le importaría más su desempeño en su misión que si la blonda estaba a gusto con él. Finalmente había descubierto la razón de su asignación a una tarea tan trivial como esa, debían cerciorarse de su lealtad. Por ese motivo habían enviado agentes a protegerla, por si Kitai tenía en mente alguna idea funesta para la chiquilla. Ella, en su ignorancia, les había dejado en evidencia, ahora debía relajarse y pasar la tarde en calma. Si había una especie de emboscada allí estaba seguro de que aquellos dos caerían primero. No obstante algo de Elena reavivó su perfil infantil, su cara menos elegante, pero sí más divertida.

-Hace unas semanas que vivo en Londres-espetó Kitai mientras caminaba a un lado de la chica-Mi nombre ya lo sabes y si te interesa saberlo estoy entrenado para manejar cualquier tipo de arma, conozco más de tres tipos distintos de artes marciales, y puedo asegurarte que si el mequetrefe de azul y éste sujeto aquí...agregó, haciendo referencia al Capitán America y señalando al muñeco de Hulk-...decidieran acabar conmigo les haría pedazos, tendrían que pedirle algo de ayuda al Dr Strange y a Deadpool para salir con vida.-Por un instante recordó que había algunas maquinas de videojuegos allí, entre las que podía contar a la famosa X-Box y Playstation 3, en ambas había juegos donde los mencionados super héroes podían utilizarse en las más encarnizadas peleas, así que con aire divertido le retó-¿Acaso podría desmentirme, señorita Merizteva?-finalmente rió entre dientes, ya que pasaría la tarde entera allí... ¿Por qué no divertirse con su objetivo?
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Lun Jul 15, 2013 1:45 am

“Bla… bla…bla,..” ¿es lo único que este pedazo de carne Rusa sabe decir o que? Sin duda seguramente mamá me esta castigando porque no hice algo como se debe, seguramente me esta castigando porque me porte mal!! Si seguramente es eso, me porte mal y ahora viene el castigo y cual es!! “POM…POM…POMMMMM” tener el nuevo bajo mi custodia, sin duda, han habido muchos que me han cuidado a lo largo y ancho de mi corta y defectuosa vida, y por asares del destino no he vuelto a saber de ellos, le he preguntado a papi de ellos a lo que él solo dice“princesa, ellos han partido a un lugar al cual aun no puedes ir… es muy lejano y están ahí por su incompetencia, así que no te preocupes, antes de mandarlos ahí, me encargue de que paguen por el mal rato que te hicieron pasar”,jamás he comprendido porque dice eso, pero sinceramente espero que sea por una buena causa. La verdad espero verdaderamente que mi mami tenga una buena explicación, porque sinceramente no comprendo cual sería el motivo para mandarme con un nuevo.
Escucho la voz del novato y sinceramente es algo que comenzaba a crisparme los nervios, es como tener un chicle a mi lado y me enoja, mas cuando voy de compras, así que bueno ni hablar, tendré que comprar y ni hablar, soportarlo, y ya por la noche decir mis expectativas del sujeto en custodia. Pobre, si tan solo supiera que muchas de las veces mis papis me creen más que lo ellos creen, aunque bueno, ya veremos aquien le creen más, si a este desconocido o amí… todo depende de cristal con que se mire.
Y cometió el primer error, pero lo perdono porque es nuevo, aunque bueno… el comienza a presentarse y asiento escuchándole, la verdad no es nada fuera de lo normal, habla de los muñecos de acción y sinceramente me causa cierta gracia, ya que a Hulk nadie le gana y mas con el “smash” aunque bueno –si claro… a Hulk- sonrío de medio lado, ya que pese a todo tiene sentido del humor, ni Thor puede con Hulk, y mucho menos Loki!! Pero dejémosle creerlo, pero lo del Capitán América… es perdonable, ya que habla del muñeco, ya que a mi Capi, pese a ser una princesa, no deja de ser muy lindo y hermoso. Segundos después, comete el segundo error, algo que sin duda no es perdonable.
 -Quiero pensar que no me llamas por mi apellido completo, por mi descuido y por no poder pronunciar tu nombre- le miro fijamente, cambiando el semblante a uno mucho más serio-no tengo nada encontra de mi apellido materno, pero prefiero que me digas, uno señorita Bodrovski, dos señorita Bodrovski Merizteva, tres señorita Elena o en un cuarto Lena, elige cual se te hace más cómodo- doy un largo suspiro, observo la hora y sonrio –Yo prefiero que me llamen Lena, y usualmente así me dicen, solo que delante de mis papis, eligen algo más formal- enarco la ceja ligeramente –en fin… bien, ya que estas ahí, sujeta mi escudo- descuelgo mi escudo nuevamente y lo pongo en sus manos, para abrirlo, para poder sacar mi botella de agua marcada con mi nombre, regalo de mamá, mis píldoras de igual manera marcados con mi nombre igual regalo de mamá, todo personalizado con gliter…en fin, saco varias píldoras, ya que es hora de la medicación, una por una las voy ingiriendo, para que luego no tenga problemas. Termino mis pastillas, doy un trago mas a mi agua, para poder introducir mi botella de agua y pastillero en el escudo, el cual cierro al instante y luego lo vuelvo a colocar a mi espalda, observo a Kitai y vuelvo a suspirar.
 -Si hay algo que debes saber es que tengo problemas cardiacos de nacimiento, cada 6 horas debo ingerir mis medicamentos, así sea de madrugada o en plena clase, no hago deportes por lo mismo y tengo una dieta estricta supervisada por mi mamá, no como azucares, sales, grasas- le sonrío y continuo con mi día de compras, haciendo una seña discreta para que me siga –ya que estarás a mi cuidado, por el tiempo que mamá diga, creo que es importante que lo sepas, por si te preguntan o por si tengo alguna crisis, aunque llevo un par de años sin tener ninguna- me encojo en hombros –así que tranquilo, no moriré aquí, así no tendrás que dar explicaciones a mis papis por si muero ahora- puede que le haya dado un poco de miedo, porque si tengo alguna crisis a su cuidado, puede que ellos se enojen mucho, ya que debió de estudiar la guía que seguramente le envió mamá y que quiero pensar que esta retrasada o no se envio –como dato, creo que mi mami te debió de enviar una practica guía de cómo cuidarme, la cual incluye mi diera, cada cuando tomo medicamentos, mis horarios y todo eso, así que si fuera tu, revisaría el correo electrónico ya que mamá es muy meticulosa en eso, así como también es un poquito enojona si no se cumple la guía o si por algún motivo me pasa algo que este en la guía o que se yo, así que revisa tu correo cuando puedas- sonrió nuevamente, giro mientras mi vista se va hacia alguna otra parte de la tienda. 
Camino y llego justo al área de zapatos mirando lo altos que los hacen ahora, sin duda cualquiera que camine con ellos seguro se va de cara contra el suelo, tendrá alguna torcedura o caminara como “Bambi” recién nacido, suspiro y voy hacia el calzado bajo y miro unas botas color gris hermosas, mis ojitos se abren como platos observándolas –¡¡¡son geniales!!!- me imagino con ellas corriendo por todos lados, saltando e incluso caminando por el campus, seguramente mi "Capi" me mirará cuando me vea con ellas, así que no puedo dejar pasar esta oportunidad, hablo a una de las señoras que atienden-me puedes enseñar estas en número 5 porfavor- me siento y hago una seña para que Kitai se siente junto a mí, si estará como chicle conmigo, entonces que sufra-Oye y ¿normalmente que haces en un día común y corriente? Digo, porque supongo que tendrás vida…¿no?- ladeo ligeramente la cabeza, como cachorro cuando no comprende muy bien alguna orden, espero que tenga una buena respuesta, aunque con lo raro que es supongo que dira algo serio o nada creible.
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Mensaje por Kitai Sókolov Lun Jul 15, 2013 5:01 pm

A medida que una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro de la blonda, Kitai no pudo evitar sentirse algo aliviado, el resto del día sería una carga si la tensión se perpetuaba de manera constante durante horas y horas. No obstante sus esperanzas de vieron truncadas por las palabras de la chica. No tenía problemas en llamarle Lena, ya que se trataba de un nombre más corto, sin embargo todo el discurso de la fémina le hizo cerrar los ojos y sacudir su cabeza hacia ambos lados. No le molestó tanto como antes, quizás ya se estaba acostumbrando, o quizás su cerebro yacía muy lejos de la situación, contemplando distintas alternativas que tenía a su alcance para escapar de aquella tortura. De pronto sintió el peso de la mochila entre sus brazos y por reflejo abrió los orbes, al mismo tiempo que sujetaba con fuerza el muñeco de Hulk, con algo de miedo a que se cayera y a la reprimenda de su irritante compañera. Le escuchó con atención, a pesar de que su semblante despreocupado no parecía estar muy al tanto de su actual circunstancia. Recordaba los problemas cardíacos de la niña, Katrina le había informado, pero no tenía en mente la susodicha, y evidentemente, rigurosa dieta. Era posible que le enviaran un correo electrónico dando una larga lista de cuidados, pero lo más probable es que le fuera enviada luego del primer aviso, el responsable de tenerlo allí como guardaespaldas. 

Suspiró con fuerza y observó una vez más los alrededores. Buscaba una potencial amenaza, pero sus miedos no eran necesarios. Si existía un sitio "neutral" para las distintas familias de la mafia éste parecía uno. Sin olvidar que había otros agentes quienes le guarecían, la blonda les había delatado, y ahora su presencia no era difícil de detectar. En caso de un acercamiento hostil algún otro infeliz sería sacrificado como carne de cañón. Podía permanecer tranquilo el resto de su misión, bueno... lo más tranquilo que le fuera posible con la estridente blonda.

-Quédate tranquila Lena, estoy al tanto de las necesidades que debo tener contigo. Y si te pasa algo pienso culpar a uno de los agentes que nos vigilan.-bromeó el muchacho sin demasiada simpatía, más bien una réplica digna de un autómata, algo resignado esbozó una sonrisa burlona y le quitó importancia. Era sabido que la fémina utilizaría amenazas constantes contra su persona, pero no había una verdadera razón para preocuparse, si las había entonces la familia rusa no era el medio que buscaba para concretar su venganza. Su lealtad y su obediencia eran absolutas, pero Kitai era un espía de la KGB trabajando para la familia. No sería un peón, no sería un inútil guardaespaldas y no tomaría órdenes como los demás lamebotas. Él tenía información confidencial que sería de utilidad a los dones más adelante, como tal no se trataba de un individuo ordinario. Sin embargo por ahora no habría distinción alguna. Cuando Elena observó el calzado con ojos desorbitados le pidió a la encargada, de manera muy agradable, que le trajera un calzado apropiado para ella. Para sorpresa del muchacho la blonda podía ser respetuosa y dejar de lado su perfil altanero y arrogante.

-Me gusta mucho la ropa también-espetó Kitai tomando asiento a un lado de su objetivo-como verás... visto Armani siempre que puedo. Aunque también me agradan las armas y la electrónica. No sería extraño encontrarme aquí un día de estos por mera casualidad.-agregó el muchacho dejando la figura de Hulk en su regazo y haciendo sonar su cuello, mientras sus ojos fugitivos analizaban su entorno.-Sin embargo no he tenido mucho tiempo últimamente, en verdad.-sentenció mirando a Elena con una mirada burlona. Sintió cómo su celular sonó una sola vez con su distintiva chicharra, una combinación de notas dulces y luego un silencio sepulcral. Eso sería, sin lugar a dudas, el móvil captando algo de señal y recibiendo el correo electrónico de la mujer del don. No pudo evitar una leve sonrisa nerviosa. En su ansiedad de llegar al sitio donde su misión tomaba lugar se olvidó de revisar su computadora por cualquier actualización acerca de sus tareas. Por suerte ahora sabría qué debía ingerir la muchacha. Por un instante la observó y un dejo de tristeza se hizo visible en su semblante ahora despreocupado y algo melancólico. Ella era, sin dudas, una mocosa desvergonzada que no tenía reparo en vivir su vida de forma altiva y arrogante sabiendo que sus caprichos serían tolerados y que su oposición sería tratada sin misericordia. No obstante jamás sabría qué se siente imponerse ante las adversidades por uno mismo, ni siquiera algo tan hermoso y corriente como el afecto podría pasarse por alto, ya que un apuesto joven podría tratarse de una carnada. Elena, aunque hermosa como un óleo de Miguel Angel, jamás podría confiar plenamente en un individuo. Aunque imaginó que lo haría sin problemas, en este caso la ignorancia de verdad era una bendición. Mientras tanto él sabía que a las personas las mueve un instinto, en algunos casos la lujuria, en otros el poder, la venganza era su pecado... y su guía. Cuidar de ella era el medio para saciar su sed de sangre y por un momento sintió algo de lástima por la multimillonaria mocosa.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Miér Jul 17, 2013 9:38 pm

Las horas parecen ir mucho más rápidas cuando se esta de compras, y ¿Cómo no? Si es lo mejor que se puede hacer cuando hay mucho tiempo libre, cuando tu mejor amigo esta con la oxigenada Burke y más cuando nadie, nadie te presta la atención debida aunque tengas la tarjeta platino de mamá… obviamente cortesía de papá. Un largo suspiro sale de mis labios, esperando a que la señorita encargada traiga mi pedido,  acto seguido Kitai se sienta a un lado mío y comienza hablar sobre lo que normalmente hace y le gusta, parpadeo un par de veces, pareciera que los matones tienen una cosa en común, aparte de ser humanos, respirar y eso que normalmente poseemos y es el gusto por las armas y ese es el punto por el que no confío en la gente, aunque no lo aparento, pero es la verdad, creo que por esa razón trato un poquito mal a los nuevos, más desde el atentado a la casa.
 
-¿Armani y Armas? Vaya combinación de gustos- giro para verle fijamente, notando como cuida al pequeño Hulk, punto a su favor ya que si cuida como se debe a un muñeco hermoso, puede cuidar lo que sea y se mira que lo hace con cuidado, sin duda los seres humanos inconscientemente no nos damos cuenta de lo que hacemos hasta que quienes nos rodean nos lo hace ver o tiene que ser un súper humano  capaz de comprender las cosas… si alguien similar a Clark Kent o el profesor Charles para que le pueda creer –¿tiempo?, oye tiempo hay, yo estudio medicina y estoy recién traslada de universidad por segunda ocasión, de hecho estoy casi regresando a Londres, larga historia que luego te  contare- encojo los hombros mientras la señorita llega con las botas, por lo que doy unos pequeños aplausos emocionada – ¡¡muchas gracias!!- sonrío, mientras me voy quitando un teni, dejando ver mis calcetines de ositos color rosa y morados, muevo mis deditos y lentamente me pongo una de las botas en el pie derecho, parpadeo y subo el cierre que esta uno de los costados.
 
-Mira!! Son geniales ¿no lo crees?- sonrío nuevamente, sabiendo que mis papis gritaran cuando vean mi estado de cuenta, pero valdrá la pena porque todo lo que compro es genialísimo.  Observo mi pierna en uno de los espejos mirando lo bien que se me ven, así que si compro unas botas, tendré que comprarme un cambio de ropa también que convine con las botas… todo sea con el simple objeto de verme bien –Me las llevo- le digo a la señorita para que las ponga para llevar, ya que aun me falta mucho por comprar. Me pongo el teni nuevamente, para luego ponerme en pie y continuar.
 
-Eres un poquito agradable, solo por eso te diré algo, por si te lo preguntan, desde lo que paso en mi casa… no confió en los nuevos- suspiro largamente, caminando por el largo pasillo, tratando de buscar el departamento que ahora necesito, y al no encontrarlo busco con la mirada las escaleras, quienes están a unos metros de distancia –creo que por eso me he vuelto más insoportable que antes- enarco la ceja, tratando de olvidar ese día que sinceramente hasta la fecha me atormenta, pero como bien dicen papá y mamá, tenemos muchos hombres que me cuidan y no van a dejar que nada malo me pase.
 
Llego hasta las escaleras, tomo uno de los laterales y dejando que me lleven hasta la siguiente planta,  colocando mis manos en las bolsas de los jeans que traigo, ya que la señorita me dio un ticket para que cuando vaya a pagar, me lleven las botas –Oye…¿has pensado en que pasaría si nos clonaran a todos los seres humanos y congelaran a los clones?- sería realmente genial, por lo que le observo curiosa, doy un paso grande, casi dando un pequeño brinco, llegando hasta suelo “firme” miro el departamento y es el que buscaba, ropa de comics, y todo lo que me gusta!! –¿te imaginas? Todos los cuerpos congelados esperando a que cuando estemos por morir trasladen nuestra mente al otro cuerpo  para seguir viviendo... si algo similar a Avatar- se que sería algo loco, pero estaría muy genial que algo así suceda, porque almenos podríamos seguir viviendo –seriamos una especie de inmortales capaces de ver cosas que nadie ha podido, seríamos una raza muy extraña, pero ¿apoco no es genial que algo así sucediera?-le miro, mientras dejo que mis piecitos se muevan hacia el frente.

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Mensaje por Kitai Sókolov Jue Jul 18, 2013 3:32 pm

El ruso reaccionaba por instinto, seguía las acciones de la blonda como un bailarín a ciegas que sigue los dulces movimientos de la música con los ojos cerrados, enajenándose a la bella melodía. Elena exhibía un perfil más agradable ahora y por un instante le pareció que su mirada se perdía en el muñeco que sostenía con mucho cuidado entre sus piernas. Asintió de manera positiva cuando ella le interrogó y le sonrió con simpatía, cerrando por un momento los ojos para otorgarle un aire inocente a su coqueta sonrisa. Observó su alrededor una vez más con aire divertido, algo resignado, mientras el aire de sus pulmones se precipitaba al vacío en un suspiro. No podía evitar pensar en las palabras de la muchacha; los gustos del ruso parecían los de un común matón. Sus ropas, el vehículo que tan gallardamente había conducido hasta el centro comercial, su perfume y sus zapatos Armani... todo parecía una fachada digna de un asesino a sueldo que desconoce tanto de lealtad así como de moral, honestidad o integridad, bastardos que pretenden llenar sus bolsillos a toda costa. Cuando el precio de una vida de lujos es demasiado caro tan sólo nos limitamos a pasar por alto los riesgos que amenazan la vida utópica que tanto nos ha costado alcanzar. En la vorágine del éxito perdemos la perspectiva de lo importante; las joyas y el dinero son la miel de una colmena infectada por la carroña y la muerte. Una plaga que corroe los engranes de una sociedad impura, estéril, fría, superficial y retrógrada que aprecia el producto pero no el sudor del que lo trae a la vida. Siempre y cuando el envase tenga el atractivo no importa si el interior se descompone lentamente, el fuego azul de sus ojos punzaba el aire del sitio como si fuera un grito ahogado, un pedido de auxilio que se extingue sin esperanza. Y allí estaba él. Kitai observó al pequeño hombre verde dentro de su blitzer de plástico y no pudo evitar esbozar una sonrisa de lado, ambigua, fría y desesperada. Había jurado tomar venganza por la fémina que alguna vez le quitase el sueño, por la que alguna vez le hiciera ver las estrellas y tocar el cielo. Su mundo le había sido arrebatado sin remordimiento alguno, de una forma cruel y despiadada le despojaron de su luz. Su existencia en la oscuridad ahora reclamaba sangre y muerte, dolor y agonía. Se habría dejado arrastrar por las laderas de la vanidad y la soledad para llegar a concretar su venganza, pero la inocencia que aún perduraba en el interior del joven se veía reflejada en Elena.

Los miedos de la blonda eran justificados, su explicación un tanto innecesaria para el muchacho, quien parecía comprenderla un poco más a cada paso que daban juntos hacia un destino incierto (al menos para el joven). Aún sostenía la figura de Hulk como si fuera en realidad Bruce Banner, el único despojo de humanidad en un saco de carne poseído por la ira y la furia de un mundo entero. Kitai caminaba a paso decidido mientras el fuego de sus orbes dibujaba unas lineas en el aire observando a Elena, para luego dirigir su atención al objeto que sostenía con tanto ahínco. El ruso aún se aferraba a su inocencia, aún se aferraba a lo único que hace la diferencia en un mundo lastimero que no hace más que sangrar durante un período incierto de vida. Sintió un súbito deseo de contarle a la blonda acerca de sus miedos y sus anhelos. Sentía la necesidad de demostrarle que no era un matón, que no era un burdo mercenario al servicio del mejor postor, pero no era realmente a ella que debía convencer de lo contrario. Su gusto por la vestimenta no provenía de los modelos que habitan las revistas de moda, o las películas. Su fanatismo por las armas de fuego no había nacido junto a su entrenamiento como Spetsnaz. El origen de sus pasiones le vinculaba mucho a Elena, al espejismo de su distante inocencia.

-Sería horrible-contestó súbitamente Kitai quebrando su indómito silencio-disfrutamos de la vida porque no es tan larga como deseamos. Es mucho más corta de lo que imaginas, por eso debes disfrutarla al máximo, Lena.-sentenció el ruso esbozando una hermosa sonrisa mientras ladeaba un poco la cabeza. Aquellas palabras, aunque ciertas, resonaban en lo más profundo del muchacho, le hacían temblar como una frágil hoja en el viento. Aceptaba la fatalidad del cuerpo humano, pero aún era incapaz de aceptar de buen grado que alguien más le quitara su tiempo. Kitai cerró su mano libre en un puño y suspiró con algo de resignación, mientras los recuerdos de su amada se agolpaban en su pecho. Se percató de un pequeño clavo que se desprendía de la pared y observó a la blonda acercarse peligrosamente. Naturalmente el pantalón de jean se vio involucrado, y para no tener que lamentar la pérdida de una prenda tan costosa, tomó a la chica de su hombro con gentileza y la detuvo en sus pasos para quitar la tela que se había atorado.-Puede quedarse tranquila, no van a tener que clonar el jean al final del día.-bromeó el ruso y dejó escapar una leve sonrisa entre dientes.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Mar Jul 30, 2013 1:56 am

Silencio, silencio sepulcral sin duda alguna este sujeto es muy extraño, creo que seguramente están castigando por algo que hice y hasta ahora se les ocurrió castigarme de esa manera, de verdad mamá y papá tendrán una buena explicación para que me tengan al cuidado de este sujeto. La verdad es que no esperaba algo como esto, no esperaba que me enviaran a este sujeto, esperaba que  Hulk me hable, venga por mí y todos felices y contentos, mas no algo así. En lo que mi letanía termina, lo único que escucho es una serie de palabras que en lo más profundo de mi psique ya sabía que diría, algo así. Doy un lago suspiro, mirándole fijamente, para luego continuar por mi camino en busca de algo lindo e indicado, pero la verdad ya comienzo aburrirme… 
 
-¿Tu crees? Bueno es respetable tu punto de vista
 
De pronto me sujeta y habla algo de un jean, algo que me causo risa, bajo ligeramente la mirada y asiento, sin comprender muy bien el punto al cual esta tocando, pero bueno, si ha soportado mis cosas lo mas seguro es que ahora tenga que tolerar lo que él me diga. Sonrío nuevamente, y por instinto giro para verle fijamente a los ojos, ladeo ligeramente la cabeza y le sonrío con cierta ternura “Haber dime que diablos nos esta pasando, reacciona” parpadeo e intento por extraño que fuere escucharme a mi misma pero me cuesta mucho trabajo.
 
-Si claro
 
Le hablo por lo bajo y me alejo, observo el piso y comienzo a sentirme un poco extraña…¡¡¡no… no…no!! Seguramente es una pequeña recaída pero no tome los medicamentos a tiempo, no me pase como suelo hacerlo ¿Por qué ahora?, busco algo donde sostenerme y encuentro una pared y mientras llevo una de mis manos a mi pecho, respiro con dificultad, frunzo el seño ya que me esta costando mucho trabajo respirar, el pecho me duele, punza, hiere y es como si miles de agujas me hicieran daño al mismo tiempo. 
 
-Ki…Kitai… lle…va…me a - frunzo el seño por el dolor, respiro con dificultad, ¿Qué sería lo mejor ir a casa o al hospital? ¿Qué haría mamá? ¿Qué haría papá?, ¿por qué no puedo ser como ellos y tomar una sabia decisión como ellos? –No… me…- trago saliva e intento poder hablar, lo malo de padecer del corazón es que en cualquier momento te ataca el dolor, aunque llevo años sin sentir algo así-sien…to- trago saliva mientras encorvo el cuerpo hacia el frente-bien-aprieto mi mano sobre la blusa, sintiendo como si me cortaran el corazón en dos, una pequeña lagrima me recorre la mejilla por el dolor que es punzante  y fuerte.
 
Como puedo me pongo en pie,  me medio tambaleo hasta que las fuerzas simplemente se escapan, no sé que me está pasando, la vista se vuelve negra …¿Por qué? ¿Qué esta pasando? ¿Por qué no puedo ver con claridad? ¿Qué me ocurre?, esta sensación de no saber lo que me ocurre es fea, me duele, pero de pronto… mi cuerpo se vuelve flojo, sin fuerza, no puedo ver nada, solo siento que floto y de ahí… todo se vuelve negro, no escucho nada, no puedo ver lo que sucede e incluso…no se donde estoy
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Mensaje por Kitai Sókolov Mar Jul 30, 2013 10:39 pm

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Las palabras de la muchacha le hicieron esbozar una delicada sonrisa, sin embargo no duraría demasiado. Los orbes claros del muchacho se abrieron de par en par cuando las palabras surgieron débiles y frágiles de la hermosa fémina que ahora descendía estrepitosamente al suelo. Su cuerpo titubeó como una hoja y mientras articulaba frases incompletas perdió el conocimiento, cerrando sus párpados y ocultando el brío de su mirada. La piel del joven crepitó horrorizada, un frío sudor recorrió su cuerpo y dejó caer la figura del hombre verde para acudir al rescate de la chica. Con la presteza y la velocidad de un felino detuvo su caída, depositando sus manos en los hombros de la blonda, y observó a la mujer que le atendía con fuego en sus ojos. Como era habitual, ante una situación de riesgo, algunos buenos samaritanos pretendían hacer llegar a una ambulancia llamando al número de emergencias, no obstante quería evitarlo a toda costa y para ello debía ser rápido. Era de suma prioridad que la hija del don evitara los hospitales y las clínicas, ya que se transformaría en un blanco fácil. Kitai, como buen soldado, sabía cómo tratar la naturaleza de aquel ataque cardíaco, mediante la reanimación cardiopulmonar, un requisito indispensable para ser un soldado de élite. La muchacha que le había visto a los ojos se había detenido en sus pasos y parecía titubear mientras buscaba entre sus ropas el teléfono celular, de manera instintiva, palpando su anatomía. El ruso le indicó, mediante un severo gesto de desaprobación, que no lo hiciera y ésta obedeció, aún mirándole con algo de temor. Depositó a Elena lentamente contra la dura superficie del suelo y se quitó el saco, formando una almohada que dejó bajo su nuca. El resto de los presentes intentó ponerse en contacto con los números de emergencia pero repentinamente los móviles perdieron señal. Analizando su entorno no pudo encontrar a los guardaespaldas que le seguían los pasos, así que vinculó ambos acontecimientos.

-Elena, por favor responde... ¡Elena!-espetó el muchacho agitando gentilmente a la chica de sus hombros y recorriendo su anatomía con su vista, en busca de algún tipo de herida. No hubo caso ya que la joven no dio respuesta, incluso después de reiterados intentos. El rostro de Kitai comenzaba a verse realmente perturbado, mientras mordía su labio inferior el sudor perlaba la piel clara de su semblante y un cejo fruncido evidenció sus nervios. Le sorprendió encontrarse genuinamente preocupado por la blonda, y no por lo que le pasaría si Elena no volvía a su hogar, de hecho el bienestar de su objetivo era lo más importante ahora, y no tan sólo por la misión, el verdadero motivo era insondable aún para él. Tomó su barbilla con suavidad y tiró su cabeza hacia atrás en un gesto delicado, apoyando su oído contra sus labios. Aguardó diez segundos para cerciorarse de su mayor temor... no respiraba. suspiró con fuerza y abrió la blusa de la fémina con un violento tirón que dejó al descubierto su torso, mientras algunos botones salían disparados como bólidos. Buscó alguna hemorragia interna, un hematoma, pero no había nada, su piel nívea se mantenía tersa e inmaculada. Finalmente depositó la palma de su mano sobre el esternón de la chica, hundiendo delicadamente sus dedos entre los senos de la muchacha (con un fuerte rubor en sus mejillas) y realizó presión repetidas veces. Contó treinta repeticiones, haciendo mucha fuerza con la intención de reanimar su corazón. Luego volvió a cerciorarse de si su respiración había vuelto, pero no había caso, no respiraba. Suspiró y tomó firmemente la barbilla de la chica, cerrando sus fosas nasales con su otra mano, y depositando sus labios contra los de Elena. Le dio algo de aire y repitió el proceso una vez más, luego se dispuso a repetir la presión sobre su pecho, mientras la agonía y la desesperación le ganaba el propio. Por un momento le pareció ver el rostro de su fallecida novia en la fémina, y recordó que aquel día le había prometido que no le dejaría a nadie más morir, nunca vería otra mujer fallecer sin que él pudiera hacer algo al respecto. Respiró con dificultad mientras algunas lágrimas descendían por sus ojos, el fuego azul del ruso titubeaba mientras era testigo de la feroz lucha de la blonda. Una última vez intentó reanimarla depositando sus labios sobre los ajenos, de no dar resultado debería improvisar un desfibrilador y eso sería muy peligroso.

Luego de unas treinta repeticiones de presión sobre el esternón juntó sus labios a los ajenos y le dio aire, algunas lágrimas cayeron sobre la piel de Elena y suprimiendo un llanto volvió a probar suerte. No era ella, no era Elena a quién intentaba salvar, no era por quien estaba llorando como un infante. Si ella abandonaba este mundo entonces Kitai sabría que sin importar lo preparado que estuviese ahora para evitar una muerte no esta en su capacidad salvar a un individuo de su fatalidad. La mujer por la cual había jurado vengarse de los italianos moría una vez más delante de sus ojos, ahora sus facciones habían cambiado, así como su anatomía, no obstante era un alma ingenua e inocente como ella. Los segundos corrían, valiosos segundos que sostenían dos vidas, o más, de un hilo. Una vez más presionó los orificios nasales de la chica, tomó su barbilla con determinación y presionando su rostro fuertemente contra el ajeno le dio todo el aire posible, inflando su pecho en el proceso, y por fin escuchó a la muchacha reaccionar. Mientras un leve suspiro se escapaba de sus labios le abrazó y le apretó contra su cuerpo.

-No te preocupes-le susurró-ya estas bien, déjame vestirte con mi saco, tu blusa no esta en condiciones.-abrazándola con máyor fuerza le interrogó-¿Te sientes mejor? Me hiciste preocupar-sentenció con su respiración entrecortada, evidencia de su anterior llanto.

[OFF TOPIC: El procedimiento de reanimación cardiopulmonar es real, hizo todos los pasos reales a seguir =)
Di por entendido que se reincorporaba, de no querer hacerlo enviame un mp y lo cambio. No obstante no tomé acciones por parte del personaje... como corresponde c:]
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Miér Jul 31, 2013 1:14 am

Todo se vuelve oscuro, es como si todo se haya quedado en tinieblas, a lo lejos puedo escuchar voces lejanas, pero no logro descifrar  que es lo que lo que dicen. Mi cuerpo extrañamente flota, es como si levitara en el aire, no comprendo, pero no es la primera vez que me sucede. Siento miedo a la vez, no quiero dejar a mamá y a papá, no quiero dejar de verlos, los quiero demasiado y se que se pondrán tristes si algo me llegara a suceder,  intento despertar, quiero abrir los ojos, me esfuerzo mucho por eso, quiero intento y lucho conmigo misma para poder enfrentar lo que esta sucediendo, intento tener el control de mi, poder ponerme en pie, contemplar la luz pero no puedo,  no lo logro, quiero lo intento pero esto es mucho mas complicado… hasta que simplemente todos mis intentos son nulos, la poca fuerza que tenía simplemente se escapa, quedo completamente indefensa, no siento, no escucho, creo que es el fin.
 
Por fin logro abrir los ojos, me miro a mi misma, notando como ahora tengo un vestido blanco y estoy descalza, no recuerdo tener vestidos y menos en este color. Camino notando como el lugar, que es como un enorme jardín  ya que hay muchas flores, arboles, plantas de varios tipos, el día es soleado, una suave brisa golpea mi rostro y noto como mi cabello se mese con el viento, tomo uno de mis mechones veo que son como hilos de plata, justo como mi abuela me ha dicho que tengo el cabello, sonrio y no siento dolor, ya no hay nada de eso. Camino por el enorme jardín notando como las hojas de los arboles se mesen con la suave brisa, miro como la luz del sol se cuela entre las nueves, sin duda este es uno de los pocos lugares bonitos que conozco. Cierro los ojos un instante, sintiendo el calor del sol en mi rostro.

Respiro mientras mis pies descalzos pisan el césped, siento su humedad y ese cosquilleo que tanto me gusta, llevo mi mano hacia mi pecho, sin sentir mi relicario, él cual me ha salvado la vida en un par de ocasiones, mismo que explica mi enfermedad, pero, no le doy la importancia debida, sonrío, sintiendo que nada malo puede pasarme, ahora estoy mejor. Camino y por simple instinto comienzo a correr, no me agito, ¿Por qué no me agito como antes?, ¿estaré curada? Seguramente, por fin los medicamentos hicieron su trabajo  y ahora estoy sana. Una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro, sintiendo como mi cabello platinado cae sobre mis hombros y algunos mechones caen sobre mi pecho, miro hacia el frente deteniéndome y sintiendo como el aire entra en mis pulmones, se siente puro y no me lastima, nuevamente sonrío y juego con uno de mis mechones, enredándolo en mis dedos.
 
De pronto un temblor, todo comienza a temblar  y no comprendo, caigo al césped, ¿Qué sucede?, el dolor vuelve a mi pecho, se calma y vuelve, me incorporo y camino llevando ambas manos  en dirección a mi pecho, colocándolas en mi lado derecho, el dolor comienza, la respiración se va, casi no siento aire, el enorme jardín poco a poco se oscurece, levanto la mirada al cielo y noto como se oscurece, ¿lloverá? , ¿Será un terremoto?, ¿Qué diablos sucede? ¿Dónde estoy?,  pero… y mamá y papá ¿Dónde están?, como puedo comienzo a caminar intentando buscarlos, se que han de estar en algún lugar lose, lo siento, se que están cerca, lo presiento. Camino y de pronto caigo de rodillas, algo me avienta, una fuerza mucho mayor que yo, un golpe llega, todo queda oscuro, hasta que… regreso…Exhalo  con fuerza, abro los ojos y noto gente a mi alrededor, estoy en el suelo, respiro agitada e intento ubicarme, escucho la voz de Kitai, parpadeo un par de veces y poco a poco recupero el aliento.
 
-¿Qué?- hablo bajito, no comprendo muy bien que paso, solo escucho que Kitai esta asustado y me cubre, pero no se bien porque, le escucho hablar, no comprendo muy bien porque habla de esa manera, parpadeo un par de veces, noto como la gente respira aliviada y como si estuvieran en parte alegres por como ahora estoy –me siento- respiro y frunzo el seño, la punzada aun esta, pero ya no se siente tanto –mareada y me duele el pecho- hablo bajo nuevamente, pero es mucho más clara mi voz –¿puedes llevarme a casa? Por favor- jalo aire, sintiéndolo frio, pero seguramente es por el centro comercial, me separo del lado de Kitai, y noto que mi blusa está abierta, me cubro con el saco de Kitai y agarro mi escudo, como puedo me incorporo, tambaleando un poco-Luego vengo por el regalo de Hulk…¿creo que me comprenderá?- trato de sostenerme y noto como una de las señoritas encargadas del departamento, comprende por lo que le entrego el ticket con el que iba a pagar el muñeco, pero esta vez quiero descansar.
 
Camina despacio y trato de buscar a Kitai, mientras me cubro con el saco, intento ponerme el escudo aunque sea en un hombro, algo que me cuesta mucho trabajo, espero a que mi ahora guardaespaldas se acerque a donde estoy. Camino unos pasos pequeños y le miro regresando y acercandome a él–creo que debiste esperar que mi mamá te envié en mail antes de venir a verme… tengo algo más que decirte, supongo que lo leerás en el mail- suspiro y de entre el saco le enseño mi relicario, el cual  describe mi enfermedad en italiano, ruso e ingles, justo los idiomas que hablo –mis órganos estan invertidos, el corazón lo tengo del lado derecho, por eso tengo problemas cardiacos, por eso tomo medicamentos, por eso tengo una dieta rigurosa y por eso mi mami me cuida- trató de explicar lo mejor que puedo lo que me pasa, espero que comprenda, ya que gracias a él ahora vivo, de lo contrario, seguramente estaría muerta –Kitai… gracias por salvarme.
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Mensaje por Kitai Sókolov Miér Jul 31, 2013 4:04 pm

-No Elena, gracias a ti, he aprendido algo importante hoy y si tienes algo que decirme puedes hacerlo ahora, no hay problema-respondió el blondo con cierto aire misterioso en sus palabras, suspirando con alivio y secándose las lágrimas con la manga de su camisa. La muchacha le había hecho percatarse de que aún podía salvar vidas. La satisfacción de acudir al rescate de una persona era inmensamente más gratificante que el de dar muerte, los ojos cansados de la fémina exhibían el deterioro en su salud, pero Kitai esbozaba una tímida sonrisa al verla de pie nuevamente. No pudo evitar sentirse algo estúpido al acudir al centro comercial sin haber leído detenidamente el mail de la esposa del don, la chica había corrido el mayor riesgo inimaginable y tan sólo su entrenamiento militar le había salvado, de no conocer primeros auxilios se hubiera visto en la obligación de abandonar el continente y más importante... jamás hubiera sido capaz de perdonárselo. El zafiro de sus ojos le otorgó una cálida y tierna mirada, su corazón aún no comprendía que la situación había terminado y seguía azotando su pecho con vehemencia, mientras tanto afirmaba con su cabeza y se disponía a abandonar el sitio con suma urgencia, siguiendo la voluntad de la muchacha. 

Una mujer y un sujeto se aproximaron a los dos con cierto sigilo, mientras el aglomerado de gente les otorgaba la cobertura necesaria. Sagaz como un zorro los reflejos del joven le permitieron identificarlos y llevó instintivamente su mano diestra a su pecho, pero sus armas yacían dentro del saco, el que ahora cubría las carnes de su objetivo. Maldijo entre dientes pero cuando ambos se hicieron visibles para él se percató de que se trataban de aquellos dos guardaespaldas que la chica, aparentemente, conocía. Le interrogaron acerca del estado de Elena, de manera abrupta y algo preocupados, no obstante la explicación de Kitai fue suficiente para que no albergaran mayores temores. Él se dispuso a partir, su vehículo les esperaba afuera, pero la voz áspera del hombre le hizo detenerse, depositando una mano sobre su hombro a medida que se encaminaba hacia la jovencita. El ruso no pudo hacer otra cosa más que sonreír de lado y, tomándolo de la muñeca, le hizo retorcerse de dolor. El sujeto de espaldas anchas y de intimidante semblante suplicó por algo de clemencia, mientras yacía en el suelo. La fémina, que le asistía en su loable misión, llevó su siniestra al sector interno de su elegante campera de charol, buscando el arma. Sin embargo sería en vano ya que, sin mayores complicaciones,  se acercó a ella sin soltar al masculino y le hizo tropezarse de manera muy torpe, haciendo que cayera al suelo. En cuestión de segundos Kitai, desarmado, tenía a su merced al sujeto mientras la mujer se reincorporaba del suelo, con sus mejillas ruborizadas, el entrecejo fruncido, escupiendo insultos y mascullando obscenidades.  

 -No dejaré que nadie le ponga un dedo encima, excepto por el don y la señora, ¿Entendido?.-sentenció el ruso dejando ir al enorme guardaespaldas, jadeando con fuerza y con llamas en su penetrante y desafiante mirada, el fuego azul punzaba los orbes ajenos con desaprobación. Gracias al revuelo generado por el malestar de la chica nadie había sido testigo del episodio acontecido, aquella riña podría pasarse por desapercibida, la multitud se disponía en volver a sus actividades. Ambos querían oponerse a la voluntad de Kitai, pero no estaban capacitados para detenerle-No acaparen la atención, hemos tenido suerte de que nadie se haya percatado de lo sucedido, pero si intentan detenerme nuevamente me cercioraré de que no puedan hacerlo, de que... literalmente... no sean capaces-agregó el blondo en tono funesto, arqueando una ceja y apretando sus dientes-yo la cuidare, ahora mismo la llevaré a su hogar, todo saldrá bien.-finalizó dándose la vuelta y acortando la distancia que había con Elena.

Una vez frente a la chica, llevó delicadamente uno de sus dedos a su rostro para apartar un fino rizo de su cabellera que ocultaba su vista. Por primera vez en la noche era capaz de ver la belleza en el joven semblante de su objetivo, era normal si se tomaba en cuenta lo sucedido previamente, durante mucho tiempo la aspereza entre ambos le había dificultado sentir cualquier tipo de afecto hacia ella. Su palma abierta se posó sobre su mejilla de manera cálida y espetó, otorgándole una mirada maternal-Todo va a salir bien, te llevaré a tu hogar, pero quiero que te vea un amigo. Tus padres no volverán por un tiempo y no quiero llevarte a un hospital... por precaución.-se puso en cuclillas delante de la jovencita, ofreciéndole su espalda para evitarle la caminata hacia el Porsche que los esperaba fuera-¿Qué dices?-le interrogó con una sonrisa y aguardó su respuesta.

Suspiró con fuerza, su pecho ya no se agitaba de una manera tan abrupta, su corazón volvía a su ritmo habitual. Los guardaespaldas que le habían interceptado ahora circulaban por el sitio con el mayor de los sigilos, y el blondo pensó en la única persona que le podía salvar de aquella desfavorable circunstancia. Sus cabellos caían sobre su frente donde se adherían por el sudor que recorría su cuerpo. El dulce aroma de su perfume importado comenzó a palpitarse en el aire con mayor vigor, y su lengua recorrió su labio inferior mientras una sutil sonrisa decoraba su burlón rostro. Se preguntaba si la blonda recordaba la respiración boca a boca, mientras la delicada fragancia de Elena le ganaba terreno. No quería profundizar en el tema porque le parecería infantil (y lo era), pero era difícil mantener la compostura cuando podía sentir aún el suave tacto de los labios ajenos. Girando su cabeza por encima de su hombro no pudo evitar bromear, mientras le dedicaba una fugaz y pícara mirada-Pronto volveremos y te compraré un muñeco de Hulk, ¿Ok?.-volvió a mirar al frente y agregó en un tono de voz algo preocupado-Vamos, te llevaré hasta el auto, no quiero que gastes energía.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Jue Ago 01, 2013 5:23 am

La voz de Kitai me tranquiliza es como un poco de tranquilidad a todo esto, creo que mamá gritara y me prohibirá más cosas, cuando se entere de lo que me paso y mas porque tenía mucho tiempo sin sucederme algo así, y solamente se a donde sigo después de esto, seguramente incrementaran los medicamentos, el monitoreo volverán y la posibilidad de una cirugía será el fin, pero no es una simple cirugía para corregir un problema, estoy ya es serio. Siento como él se pega más, me habla y solo asiento, hasta que dos caras conocidas se hacen presentes a lo lejos Anya y Vlad, la verdad no se que hacen aquí o más bien no sé como se enteraron de estaba en este lugar.  Los miro, y puedo darme cuenta de una serie de palabras, los tres comienzan hablar muy rápidoy a la vez bajo  y no logro hilar palabra alguna, todo es mucho para mí. De ahí cambia, Vlad ataca a Kitai y este a su vez se defiende.  Tapo mis orejas para no escuchar que dicen y aprieto los ojos lo más fuerte que puedo, papi siempre dice que cada que algo así suceda me mantenga lo más alejada posible, que corra y me resguarde, me quede quietecita hasta que sea él quien se percate de que todo esté en orden y no corra  peligro. Pero esta vez es diferente, aquí no está papá para defenderme, está muy lejos de aquí de casa y mamá también.
 
Me agacho, casi ocultándome entre las prendas de ropa, cubro como puedo con el enorme saco de Kitai, para que la gente no se dé cuenta que traigo la blusa rota. De pronto escucho que medio discuten y se calma la situación. Al parecer los ánimos están mucho más tranquilos, del bolsillo de mi pantalón saco mi móvil, busco las últimas llamadas y hablo con Hulk, para que no se preocupe y no haga nada tonto… por ahora. La remarcación se escucha, hay un pequeño silencio hasta que el sonido de marcación se escucha, timbra dos veces hasta que el acento ruso de Mikael se escucha, habla alegre y como es él.

-Mikael, paso lo que esperábamos. Tuve una recaída, mamá envió un nuevo guardaespaldas que me ayudo, fue peor, esta vez perdí el conocimiento… creo que necesitare uno nuevo, y sabes que significa eso. No te alteres, Kitai me llevara, yo hablo con mis papis por la noche… nos vemos en casa.
 
La voz de Mikael se nota preocupada, un poco alterado y a la vez noto cierta culpa, pero son cosas que suceden. Suspiro ya que comprendo en parte su preocupación, ya que él me conoce desde que mamá se embarazo de mi y más cuando naci, así como también ha estado conmigo en todos los momentos críticos de mi enfermedad. Al ver que se han calmado, me incorporo, guardo otra vez el móvil en mi pantalón y veo que Kitai se acerca, es extraño que se porte de esa manera, sé que es parte de su trabajo pero no es algo que suela pasarme con los guardaespaldas. Una de sus manos aparta un mechón de mi rostro, por lo que no puedo evitar sonreír y bajar un poco la mirada. Pero ¿Qué pasa? Toca mi mejilla como si fuera papá, de hecho, solo papá lo hace, pero no me enoja, al contrario, le escucho y noto que prefiere que un amigo suyo, supongo que es un medicome examine, y luego justifica él porque me llevara con su amigo. No me preocupa que fuera un secuestrador, ya que gracias al GPS que tengo en el brazo, mis papis dan conmigo en poco tiempo.
 
-Si, podemos ir con tu amigo
 
Acepto, puesto que un no me siento bien, agradezco tener parte de mi expediente conmigo, costumbre que mamá me inculco desde pequeña, para que mis maestros sepan del porque no podía hacer muchas cosas, como deportes. Inhalo aire y froto mi pecho, porque aun me duele, por lo que me apoyo más en mi guardaespaldas, primero para que me cuide y segundo para que me sostenga por si me llego a caer o perder el equilibrio. Pero no puedo evitar reír bajito por su propuesta de regresar de compras conmigo.
 
-Si está bien… ya luego volveremos- asiento y le sigo hasta su auto, ya que es el momento para irnos y que me revise un médico. En el camino, recorremos el enorme centro comercial, la gente nos mira y escucho que murmuran, pero la verdad ahora no tengo las ganas para hacer lo que siempre hago cuando algo así sucede, lo único que quiero es descansar por un rato. Me armo de valor, ya que si estará a mi cuidado creo que lo más conveniente es que sepa realmente cual es el problema.
 
-Creo que te estarás preguntando ¿Por qué no me han operado?- levanto la mirada para verlo a los ojos –y es sencillo, solo tenia problemas en el corazón, de acuerdo a los cardiólogos de Rusia, Australia y Londres, todos coincidieron en que me medicarían que no era necesario entra al quierofao, cosa que funciono, pero, no creyeron que mi  problema aumentaría con mi crecimiento natural- hago una pausa, y luego continuo caminando –Hace unos 3 años tuve una recaída similar a esta, pero no fue tan fuerte como ahora, me dejaron en claro que si volvía a tener otra recaida, por muy mínima que fuera- trago saliva y le miro –entonces necesitaría otro corazón, y creo que ya es hora de entrar a cirugía… pero las posibilidades de que fracase la cirugia son muy altas, pero bueno, me tienen que examinar por mi doctor para tener una respuesta solida- caminamos hasta donde esta su auto, pero justo en el estacionamiento hay muchos automóviles, así que, mejor dejo que él me lleve o seguramente me perderé si yo solita voy hacia su coche.
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Mensaje por Kitai Sókolov Jue Ago 01, 2013 3:27 pm

Kitai le escuchó con atención, mientras la blonda relataba la historia del por qué no le habían operado. Según lo que recordaba aquella enfermedad no era común, era extremadamente peligrosa y no muchos individuos que la padecían solían vivir ni la mitad del tiempo que Elena. La respuesta positiva de la muchacha le dejó más tranquilo, si alguien podía ayudarle ese sería su buen amigo y camarada Vincent. Sin embargo no había mucho que pudiera hacer hasta que los padres de la fémina arribaran a la ciudad, o alguien de mayor rango. De una forma u otra su misión tocaría fin al llevarla a su hogar, pero había algo más que le dejaba intranquilo, mientras en su pecho se arremolinaba un desasosiego que le impedía respirar con normalidad. Fijó su mirada en ella, le observó quizás por demasiado tiempo, pero en sus ojos no se percibía ninguna intención clara. El ruso analizaba su objetivo con fría precisión, haciendo de su semblante algo imposible de descifrar. 

Pensó en la vida de la muchacha, su enfermedad y la carencia de un entorno cálido, afectivo. Los guardaespaldas que yacían a su cargo le protegían porque era su trabajo, rara vez era capaz de compartir un momento tranquilo con sus padres, si algún joven pretendía enamorar a la blonda tendría al lobo siberiano masticando su trasero, y a la esposa del don, que a veces parecía más peligrosa aún. Cualquier lujo era en vano, las chances de perder todo aquello que disfrutaba eran muy altas, no había nada seguro en su vida, y la muerte acechaba con lúgubres intenciones en cada rincón. Suspiró cuando ella tragó saliva, apoyando una de sus manos sobre el hombro ajeno, sonriendo de lado, haciéndola sentir acompañada. Sentía mucha pena por ella, la empatía que caracterizaba a Kitai le hacía ver al ruso el por qué de sus actitudes, en el fondo era una pequeña asustada en un mundo que no terminaba de comprender, un mundo que anhelaba encontrar la oportunidad para cerrar el telón de su existencia.

El Porsche de Kitai se hizo visible a la distancia, entre algunos automóviles aparcados fuera del centro comercial, y antes de que Elena pudiera percatarse de ello, él se agachó frente a ella para tomarla de las piernas y llevarla sobre su espalda. No quería que la fémina malgastara energías y desde aquella posición podía brindarle cierto calor a la zona afectada, mientras se dirigía a su vehículo. Sonrió de oreja a oreja como un infante y caminó con paso decidido pero con cierta delicadeza, debido al estado físico de la muchacha. Una helada brisa sopló por entre los edificios acariciando el rostro del joven con su esencia gélida, mientras sus ojos se entrecerraban víctimas del imprevisto azote del clima. Sostuvo con fuerza las piernas de la chica contra su cuerpo, y ante la posibilidad de una queja espetó.

-Lamento sorprenderte así, pero es mejor que no camines. Además no debes preocuparte de quedar expuesta, yo cubro tus vergüenzas.-rió entre dientes con moderación, escudriñando a unos cuantos pasos el lujoso automóvil que era de su propiedad.-Lo mejor será llevarte de vuelta a tu hogar, le pediré a mi amigo que te revise allí.-Pensó por un momento en Vincent y la expresión en su rostro cuando le dijera que lo llevaría a una mansión propiedad de la familia rusa. No pudo evitar sonreír de lado y hacer que todo su cuerpo se agite por la leve carcajada que escapó de sus labios.-Me debe unos cuantos favores, así que no creo en que se niegue a la tarea. No hay nadie mejor que él, te doy mi palabra.-Por un momento le pareció sentir la respiración ajena y se preocupó, sabiendo que aquello podía tratarse de un mal augurio, por lo tanto se apresuró hacia el transporte.

-Ya puedes bajar, llegamos-dijo Kitai dejando a la chica delicadamente sobre el suelo, a un lado de su Porsche. Tomó las llaves del vehículo, las cuales guardaba en sus bolsillos, y abrió la cerradura-Ya podemos irnos-espetó dirigiéndose a la blonda. Unos momentos antes de entrar al automóvil titubeó y sonrió de lado a lado, observando a la chica con una mirada burlona y sus mejillas iluminadas por un dejo carmesí-Creo que te debo una blusa, y... otra cosa...-en ese instante abrió la puerta del transporte en su totalidad, apoyando una de sus manos sobre el techo y tartamudeando por los nervios-Discúlpame por mi atrevimiento, ¿Sabes? Es parte de los procedimientos de emergencia.-el corazón del ruso se aceleró y su voz le falló por un instante, sentía que algo le apresaba y no estaba seguro de qué. Al mismo tiempo que buscaba con sus ojos azules la mirada ajena, el fuego zafiro danzaba lleno de vida cuando espetó-Olvídalo, no importa. Te compraré caramelos de menta por el camino, creo que son tus favoritos.-sentenció el joven ahogando una carcajada y entrando con dificultad en el Porsche.

"Soy hombre muerto"
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Sáb Ago 03, 2013 5:07 am

Observo hacia todos lados, sinceramente para mí los coches todos son iguales, si almenos tuviera un auto como de los Superhéroes, sería mucho más sencillo de encontrar, pero es todo lo contrario, doy un largo suspiro, como puedo me acomodo el saco que me ha puesto Kitai, para que me cubra porque mi parcial encuerada. Cierro bien los botones del frente y reacomodo como se debe el escudo; al levantar el brazo derecho, frunzo la frente ya que una punzadita comienza, lo que provoca que gima despacito, acomodo con mi mano izquierda el brazo de mi escudo derecho y luego como puedo acomodo el hombro izquierdo. Me miro, sonriendo ligeramente porque el saco es muy  grande para mí, por lo que mis piernas se mueven solamente dos pasos hasta que siento que levito, parpadeo notando como algo enorme para mí me sostiene, me lleva  su espalda y comienza  caminar, estoy a dos de gritar, estoy a uno de pedir auxilio y las fuerzas armadas rusas, conocidas en clave como, los matones de mi papi acudan a mi rescate, pero, no es necesario, reconozco bien aquien me lleva, sonrío y acomodo la cabeza en uno de los hombros de Kitai, relajándome un poco, acurrucándome … hasta que caigo en la cuenta de que ha mencionado que él cubre mis “vergüenzas” ¿Qué insinúa?. En fin, continúo escuchando que le dirá a su amigo que me revise en casa, por una parte mejor porque así no me moveré mucho,  podre cambiarme de ropa y estar mucho más cómoda.
 
-Si está bien, Mikael ya debe de estar en la casa, solo hay que decirle porque acudirá ese amigo tuyo a la casa, para que no le entre la paranoia y cuando mis papis pregunten, pues sepan… sin contar que con las cámaras de seguridad se darán cuenta
 
Me apoyo mucho más, incluso ya casi me estaba adormeciendo por el aire, el hecho de estar flotando y porque no estoy esforzándome a caminar, hasta que la misma voz de Kitai me hace que vuelva del semitranse, parpadee  y me baje al suelo, miro el auto y veo como hace su ritual para retirar la alarma y retirar los seguros, creo que él opta por la manera mucho más antigua ya que ahora con la tecnología hay autos que se pueden abrir a larga distancia con la misma llave, con eso del sistema eléctrico, todo es una maravilla, almenos papi eso hace, dice que se le facilitan mucho más las cosas, tanto para el trabajo como para su vida en el mundo al cual no termino de comprender, entender y más por esas “enemistades” que tiene, si no existieran, almenos podría decir abiertamente que el “Capi” me gusta y eso, aunque la “princesita” siempre me trate mal.  Pero bueno pasemos a cosas mucho mas agradables como escuchar a Kitai diciéndome que me debe una blusa, algo que bueno… le va a costar.
 
-No te preocupes, cuando ya no esté malita vendremos por el Hulk y por la blusa-
 
Sonrío un poco cansada, eso es lo malo cuando me pasa esto, siempre termino muy cansada, creo que ya es el momento de que vaya a un examen médico urgente, me valore mi doctor y sepa de una vez por todas que es lo que me pasa, que tanto ha avanzado mi problema, pero más que nada, saber que tan dañado esta mi corazón, eso es lo que verdaderamente me preocupa ya que toda mi vida he tenido una dieta especial, me he privado de ser como los niños normales, correr, jugar, hacer deportes, comer golosinas como ellos y todo eso, pero no, me he tenido que privar de eso todo sea por mi salud, cosa que no me quejo, todo lo contrario, porque gracias a la preocupación de mi mami, es que ahora sigo aquí en pie, aunque ahora con dolor.  Observo un poquito a Kitai antes de entrar al auto y me quedo mirándole, sin comprender muy bien lo que me dice, abro los ojos sorprendida y comienzo a recordar, pero no puedo, pero todo se aclara con él “Discúlpame por mi atrevimiento, ¿Sabes? Es parte de los procedimientos de emergencia”, arrugo la nariz y caigo en la cuenta de lo que habla.
 
-No pasa nada, si no fuera por eso estaría muerta
 
Hasta que recuerdo bien el procedimiento y bajo ligeramente la mirada, sintiendo pena por lo que había hecho, ya que no esperaba que lo dijera y mucho menos que lo recuerde. Haciendo memoria, no recuerdo que alguien haya juntado su boquita con la mía… demonios. Entro al auto y lo primero que hago es colocarme el cinturón de seguridad, ya que según mi papi es lo primero que tengo que hacer, con el cinturón de seguridad me puedo salvar y eso más que nada me salvaría la vida de tener un accidente automovilístico.  Espero que la puerta se cierre y espero a que mi salvador-guardaespaldas entre, y podamos ir a casa; me acomodo en el asiento, mirando por el parabrisas. Escucho nuevamente su voz, sonrío ligeramente, y creo que no había prestado atención, pero no importa, se comprende pero agradezco la intención.
 
-Kitai… no como dulces, ni azucares ni nada de eso
 
Le hablo casi bajito no por el hecho de que desconozca que no consumo golosinas, si no por lo que había pasado mientras no tenía conciencia,  sonrío con pena y bajo la mirada, mientras termino de acomodarme en el asiento. Sé que no lo hizo a propósito, era parte de su trabajo, ya que si algo me llegara a pasar, pues mis papis algo le harían, no tan dócil como le fue a Mikael cuando me lastimo hace ya tanto tiempo, pero seguramente si sería algo mucho peor. Suspiro y observo el camino, notando como la ciudad ahora esta oscura, seguramente tarde demasiado comprando, mirando los estantes y si le sumo lo que había pasado, pues mucho peor.
 
-Lo que si quiero es agua, baja en sodio, porque la sal me hace daño-le miro, ya que en parte tengo un poquito de sed y no me caería mal tener un poco de agua, ya que la traía en el escudo se me ha acabado –oye…¿Qué tengo que olvidar y que es lo que no importa? Dime- giro para verle, ya que la curiosidad me ha invadido y cuando eso sucede aunque este malita o no esté bien siempre la curiosidad estará muy presente –Por favor… Dime!! Dime!! Dime!! Dime!! Dime!!- parpadeo rápidamente mirándole fijamente, y si no me dice, entonces tendré que buscar la manera de desquiciarlo hasta que me diga… eso si no me sigo sintiendo mal. Llevo mi cabello hacia atrás, recuerdo que en una de mis muñecas tengo una de mis ligas para el cabello, saco mis manos cubiertas por lo largo del saco y noto que en mi muñeca derecha tengo la liga, por lo que llevo mis manos hacia mi cabeza, colocando hacia atrás mi cabello y sujetarlo en una coleta alta, así ya no me molestara mi cabello, almenos no por ahora –oye… ¿tu amigo no se molestara por ir a mi casa y a esta hora? Digo ya es tardecito y no quiero ser una molestia, de verdad - pregunto un tanto preocupada –Y mucho menos quiero causarte problemas, de verdad…¿te causare un problema si va tu amigo? ¿Te puedo causar problemas con tu amigo?- abro los ojos mucho más, esperando no causarle problemas, repitiendo sin darme cuenta la misma pregunta, porque ya demasiados ha tenido con soportarme y más con mi ataque, no quiero que tenga mas.
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Mensaje por Kitai Sókolov Sáb Ago 03, 2013 5:05 pm

[OFF TOPIC: me salió largo, el segundo, tercer y cuarto párrafo es para darle contexto, podés saltearlos si quieres, no son absolutamente necesarios. Embarassed ]

Soundtrack
 
Se dispuso a colocar sobre su torso el cinturón de seguridad, girando su cabeza para observar si sus guantes y su sombrero aún yacían en la parte trasera del auto, tan sólo para percatarse de que había dejado su gabardina oscura en el centro comercial. Cuando la desesperación le ganó el pecho, al ver a Elena desvanecerse, dejó caer su abrigo cerca de los guardaespaldas que intentaron detenerle. Su costosa gabardina yacía dentro del sitio, pero no volvería a entrar, no dejaría sola a la blonda y caminar con ella era aún más peligroso. Suspiró muy molesto, la blusa ya le costaría una fortuna, y ni hablar de su abrigo. Parecía que si el silencio ganaba el terreno, y los ruidos cesaban en lo absoluto, podría escuchar el sonido de su bolsillo cometiendo suicidio. Tomó su tabique y cerró sus ojos, poniendo sus llaves en el volante para encender el vehículo, abrió sus párpados una vez más y frunció el entrecejo algo confundido cuando Elena le respondió acerca de lo mencionado anteriormente. Evidentemente la inocencia de la chica no era una cubierta para un genio criminal, realmente se trataba de una dulce niña que la abultada y millonaria cuenta bancaria de la familia rusa había logrado malcriar. 

De alguna manera el astro había dejado el hermoso lienzo celeste que ahora se teñía de azabache y escupía hermosas perlas. El viento gélido de la ciudad parecía tener como intención invadir el interior del vehículo, sin embargo Kitai no se lo iba a dejar tan fácil. Prendió la calefacción del automóvil una vez que encendió el motor, dejando que la cálida esencia les quitara el frío. El ruso no le respondió al escuchar la réplica de los dulces, tan sólo se limitó a sonreír algo cansado, el día le había otorgado algún que otro instante cargado de adrenalina, por momentos parecía extrañar la simpleza del campo de combate. Echaba de menos el vil juego del soldado, el de quitar una vida cubriéndose la boca de palabras vacías para conciliar el sueño ¿Cuántos idiotas cumplían las órdenes que perfectos extraños le hacían seguir sin cuestionamiento alguno? ¿Cuántos daban su vida por un país que rápidamente se olvidaría de ellos? ¿Cuántos abandonaban su hogar sin saber si volverían para ver a sus hijos, sus padres, y aquellos a los que aman?

El muchacho apretó con fuerza la palanca de cambio, al mismo tiempo que le otorgaba una mirada melancólica y angustiada al exterior. Él era distinto, así al menos pretendía verse. La sangre de aquellos que habían caído bajo sus habilidades en el campo de batalla le quemaban de noche, su piel crepitaba de un inconmensurable dolor. Cada vez que sus párpados elegían cerrarse podía ver a los bastardos que habían osado interponerse en su camino. Cuando sus orbes desorientados recordaban aquellas imágenes, que por siempre se fundiesen en su inconsciente, ahogaba un grito de terror. Y sin embargo había optado por derramar la sangre de los italianos en venganza por el alma de la fémina que aún reptaba por su corazón, el joven que a duras penas era capaz de lidiar con su consciencia daría muerte a un sinfín de individuos, y todo por amor. No obstante lo extrañaba, y no era el hecho de poder quitar vidas lo que añoraba, sino el poder hacerlo sin tener que pensar el por qué, la paz que le infundía saber que aquella decisión descansaba en los hombros de alguien más. Pero cuando se quita una vida no importa quién haya dado la orden... sino el que apreta el gatillo, el que atraviesa la carne con el filo del cuchillo, el que rompe huesos, corta los tendones y sofoca los pulmones para cumplir con su trabajo, el responsable de hacer que un hombre cierre sus párpados y no los abra nunca más.

Kitai sentía pánico de acudir a Vincent, él era su ídolo, el único del cuerpo que sentía como un hermano. No obstante tenía pavor de que su compañero supiera en lo que se había convertido, lo que haría, lo que tenía en mente. Esa noche había logrado salvar una vida, Vincent lo hacía regularmente, y por un momento le comprendió. Él había escogido abandonar la KGB con el fin de ayudar a la gente, no le importaba las distintas familias, y su Mauser C96 era el encargado de lidiar con aquellos que le dificultaban en la tarea. Hay muchas formas de preservar una vida... y muchas veces eliminar los elementos hostiles es una manera efectiva de hacerlo. Eso era lo que repetía el ruso para lograr conciliar cierta paz consigo mismo y evitar el cosquilleo que sentía en su pecho cuando su reflejo escupía el de un sucio matón a sueldo. Él era distinto, Kitai era distinto, pero Vincent le haría recordar que ya no lo era. Eso le hacía temblar de miedo, ya que añoraba la aprobación de su camarada. Y suspiraba con fuerza para hacerse a la idea de que esta noche sería larga, muy larga.

Cuando Elena le interrogó acerca de lo que intentaba ocultar no pudo hacer otra cosa más que rascar su mentón con una mano temblorosa y sonriendo de lado mientras rodaba sus ojos hacia el asiento del acompañante. Respiró con dificultad y llevó la diestra a su cuello, intentando descontracturarse. Suspiró por última vez y mordió sus labios. El auto comenzó a desplazarse de manera gentil, y sin quitarle la vista a su destino observó el pavimento que se desplegaba por delante. Optó por contarle la verdad, ya que tarde o temprano era factible que lo supiera por terceros. Los procesos de reanimación cardiopulmonar no eran muy distintos, sin importar quién los pusiera en practica, sabría que "besó" sus labios con el fin de traerla a la vida. En el tono de su voz pudo palpitarse aquella inocencia que aún caracterizaba al mujeriego blondo. Muy en el fondo no era el hombre que hacía uso de sus facciones para acostarse con distintas féminas, sino alguien que sabía optar por la vía más simple para conseguir sus objetivos.

-No hay forma fácil de decir esto Elena, así que lo haré con una pregunta retórica-espetó Kitai maniobrando lentamente para tomar la avenida.-¿Cómo sé que antes de venir al centro comercial cepillaste tus dientes utilizando un dentífrico de sabor a freza?-le otorgó una mirada un tanto asustada, aunque más arrepentida que atemorizada por la repercusión que tendría si León llegaba a enterarse-Lo lamento, no pretendía aprovecharme de la situación, es que me aterré al verte perder el conocimiento, no puedo permitir que otra mujer muera si puedo evitarlo, no desde que...-cuando su verborragia le hizo explicarle sus motivos a la blonda se detuvo y con una expresión seria en su semblante, sentenció-...te prometo que te compensaré, ¿Sí?-moviendo su cabeza de un lado a otro sonrió y agregó-Mi amigo me debe un favor, uno muy importante, y no te preocupes por mí... verás que todo saldrá bien. Tu dime si algo anda mal, ¿ok?

De pronto una fémina se lanzó sobre el vehículo sosteniendo algo de gigantescas proporciones en sus manos. Por lo abrupto de la situación Kitai introdujo su diestra en el saco que Elena vestía, pasando su mano por dentro de la prenda, rozando el pecho de la blonda, el cual cedió ante la fuerza del muchacho. Su fin era tomar el arma que yacía dentro, ya que por la reacción de la mujer temió por la vida de ambos. Ante su sorpresa era la encargada de las ventas en el segundo piso del centro comercial que persiguió el Porsche para devolverle su gabardina. Con una sonrisa despreocupada se disculpó ante el ruso y le pidió que bajara la ventanilla para dárselo. Kitai suspiró y miró a la blonda a su lado para cerciorarse de su bienestar. El azul de sus orbes se hizo ver cuando sus ojos se abrieron como una flor en primavera. El suave tacto del busto de la chica le hizo aguantar la respiración mientras removía su diestra musitando unas sentidas disculpas, junto a un semblante carmesí que parecía un sangriento amanecer. Bajó la ventanilla y tomó la gabardina que aventó al asiento trasero. Una vez que se alejaron suspiró y fijó su vista en su destino.

-Hay dos pistolas dentro del saco Elena, quiero que lo sepas, por si pasa algo, ¿Sí?.-dijo rápidamente el ruso-Pasaremos a buscar a mi amigo, pero debes decirme dónde se encuentra tu hogar primero, no lo conozco personalmente, deberás guiarme.-espetó Kitai intentando ocultar sus nervios por la posible represalia-Puedes golpearme una vez que lleguemos, lo siento mucho.-replicó muy sentido el joven. Algo avergonzado porque su mano diestra aún guardaba el calor ajeno. Y mientras la mujer que le había traído el abrigo desaparecía de la vista, la noche devoraba a la ciudad con sus fauces negras y su cielo estrellado.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Dom Ago 04, 2013 4:15 am

Después de un rato, la voz de Kitai se escucha en el interior del auto, primero parecía estar como ausente, incluso me recuerda mucho a papá cuando conduce, difícilmente provoco que hable, difícilmente logro que sonría, pero eso si, cuando alguna canción se escucha en la radio, me pongo a bailar en el asiento, le obligo a que baile conmigo, es un poco arrítmico, pero hace lo que puede, y justamente al ver a Kitai al volante y enfocarse en el camino, me recuerda tanto a papá que juraría que ambos al volante son muy parecidos, sin embargo, su explicación de lo sucedido mientras estaba inconsciente provoca que lleve la mano a la boca, deje escapar parte de mi aliento, sintiendo el aroma del enjuague vocal, en el cual acierta. Hago memoria del día entero, y caigo en la cuenta que antes de salir de la universidad, fui al baño, me lave la cara y enjuague la boca, cosa que me hizo caer en la cuenta de todo. Ves  Lena, ahora todo tiene sentido, tenemos la enorme ventaja de ser muy inteligentes, pero … eso significa que… con razón, ahora todo tiene sentido, al momento de estar inconsciente, seguramente necesite la respiración boca a boca, por Jor-El, diablos.
 
-Ya comprendi
 
Bajo la mirada apenada, en verdad no esperaba esto y mucho menos que haya visto de esa manera, es un poco penoso, pero de no haberlo hecho entonces ahora estaría mucho mas pálida y fría, en pocas palabras estaríamos muerta Lena, le debemos que nos haya salvado la vida, ahora hay que explicárselo a papá y a mamá. Continuo escuchando, notando como cambia el tema rápidamente, algo que de verdad llama mucho mi atención, pero ya demasiadas cosas están pasando y ya vez que es lo que sucede cuando estamos de preguntonas, así que Elena Katrina, opta por estar calladita, habla  y responde lo mejor que puedas.
 
-Si, comprendo, te diré si va algo mal, no te preocupes que… ¡¡¡CUIDADO!!!
 
Sin que pudiera darme cuenta una mujer esta frente a Kitai, es como si se hubiera abalanzado frente al auto, provocando un enorme sonoro grito de mi parte, ya que en mi vida jamás me había pasado algo parecido, todo lo contrario, llevo mis manos hacia mis labios, manteniéndome calladita, justo en el momento que Kitai sin que me dé cuenta introduce una de sus manos dentro del saco, tocándome parcialmente, lo que provoca que abra ampliamente los ojos, ¿Qué se hace en estos casos?, ¿Qué hago?. Noto como la mujer suicida le entrega una gabardina a Kitai y entre ellos hablan, para después Kitai poner en marcha el auto nuevamente. Son muchas emociones para un día, son demasiadas emociones para mi, si no muero de un ataque cardiaco, moriré por culpa de una mujer suicida, que gracia a la astucia de mi guardaespaldas al volante, no chocamos de lo contrario, seguramente ahora seriamos papilla en el pavimento.  Me calmo, respirando lentamente, justamente haciendo los ejercicios que mami me ha enseñado desde que comenzaron los ataque, respiro lentamente, calmándome, ya que esto no me sucede a diario, mientras mi salvador habla explicando porque de su atrevimiento.
 
-Me hubieras dicho antes… me asustaste
 
Bajo la mirada apenada y mas por sus disculpas, notándose cierto color rojizo en mi piel, que si de por si soy demasiado blanca, con lo rojo de mis mejillas se han de notar mucho mas el enrojecimiento, para luego sacar de mi escudo el GPS portátil, ya que estamos en las mismas, usualmente me llevan en el asiento trasero del auto, normalmente solo cuando papá va por mí a la escuela,  voy con él adelante, pero bueno. Abro el escudo, mismo que coloque a mis pies cuando entre al auto, busco en el interior el GPS móvil, lo enciendo y busco en él mi casa, tecleando en la casilla de “búsqueda” la palabra ‘Casita’, y ahí justamente me lleva, ya que mis papis han adecuado el móvil para que cuando ponga esa palabra me lleve directamente a mi casa, como el GPS móvil tiene una pestaña, la coloco en el tablero del auto, justo para que Kitai mire por él mismo porque camino ir.
 
-Es que no sé cómo ir a casa, porque usualmente voy en el asiento trasero y normalmente cambian de rutas, por seguridad, cuando papá me lleva a la escuela o va por mi hace lo mismo, así que no sé cómo ir exactamente, por eso tengo el GPS, y cuando Army me lleva a casa, pues bueno, él se sabe el camino sin problema, si te ayuda vivo en Greenwich
 
Ajusto bien el GPS, para que no se caiga y eso provoque algún accidente, observo el camino y noto una casa conocida, Army cada que me llevaba a la casa al salir de la escuela, pasaba por este lugar, de eso estoy segura, observo detenidamente y veo que estamos en Notting Hill, osea, estamos muy lejos de casa, parpadeo rápidamente notando como la zona residencial es  clara “Ahí vive el Capitán América”, trago saliva reconociendo su casa, las luces están encendidas y noto como es enorme e impactante por las luces.
 
-Justo ahí, a tu izquierda viven los Burke, creo que reconocerás la casa, fue muy “vista” por los noticieros y prensa escrita, por la muerte de la señora Melina… ellos son enemigos de mis papis, pero… eso creo que ya lo sabes -Observo la enorme casa, que es un poco más grande que la nuestra, aunque, bueno, los Burke son mucho mas que en mi familia así que se comprende el tamaño –y descuida, no te golpeare, tampoco le diré a papá nada del arma- sonrío ligeramente –creo que con eso estamos a mano, por salvarme la vida, porque si papá se entera… te mata- asiento y arrugo los labios, ya que papá tiene un toque un poco extraño con la gente que me hace daño o me lastima y mas con los que me dicen cosas, pero en este caso, creo que si le hará algo drástico-¿cerca de aquí vive tu amigo?- miro como pasamos la casa de los Burke, la cual cada vez se hace como más lejana, la verdad, es que sería una terrible casualidad que el amigo de Kitai viva muy cerca de los Burke, sería extraño y pese a que mi Capi vive cerca, la sola idea de saber que estaré  cerca de la oxigenada de Naerin… eso si me molestaría y mucho, porque detesto con todas mis fuerzas a esa roba mejores amigos.
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Mensaje por Kitai Sókolov Lun Ago 05, 2013 3:52 pm

[OFF TOPIC: Salió largo, pero la mayor parte es diálogo.]

La réplica de la chica le dejó tranquilo, no sólo se encontraba a salvo, no tendría problemas en encontrar el hogar de la blonda, Greenwich no era difícil de hallar y Vincent ejercía medicina no muy lejos de allí. Un GPS a su disposición además le facilitaba la tarea y el día oscuro y frío, cruel y arisco, no era muy amigable con los peatones que parecían escoger el abrigo de sus hogares. Su mirada fugitiva escrutaba la enorme edificación que le pertenecía a los Burke. Nunca olvidaría aquel controversial suceso que aconteció en aquel sitio, la oficina de la KGB se había hecho un festín alrededor de la impactante noticia, algo así no pasaba desapercibido para el público general, mucho menos para un espía. Hubo algo en la reacción ajena que le hizo sonreír de lado con resignación. Era evidente que algo en el inmueble acaparaba la atención de Elena, de lo contrario no la hubiese mencionado, y no parecía ser la hermosa arquitectura del sitio. Rió entre dientes, doblando sobre una pequeña calle para cruzar delante del edificio que se encontraba muy bien protegido y sacó de su bolsillo un pequeño móvil. 

-Es muy difícil, ¿Verdad?-replicó el ruso-Estar envuelto en algo que no te concierne, tener que lidiar con una guerra en la que no has hecho nada en lo absoluto.-la mirada maternal del joven se posó sobre Elena, y posando una mano sobre su cuero cabelludo espetó-Puedes hablar conmigo cuando necesites a alguien. Puedo comprenderte mejor de lo que piensas.-sonrió de oreja a oreja y removió su mano de su cabeza para girar el volante y estacionar en una esquina tranquilamente. Marcó el número de Vincent en el teléfono celular y habló de manera muy fría, casi mecánica, solicitando la presencia del doctor Renard. Alegó que se trataba de Kitai Sókolov y que le atendiera de inmediato, que era una emergencia. Luego de unos segundos se le escuchó más tranquilo y más sereno, fue entonces cuando saludó nuevamente informándole que le pasaría a buscar por su oficina.

Manejó algo despacio, pero con prisa, no era prudente alcanzar altas velocidades debido al frágil estado de la blonda. Una media hora mas tarde el Porsche se detuvo de forma abrupta, por la vereda caminaba un sujeto de unos treinta años de edad, sujetando un portafolios y fumando un fino cigarro de tono caoba. Los ojos del joven se abrieron de par en par, observando al enigmático sujeto de pelo oscuro que observaba el vehículo con cierto desprecio en su mirada. Kitai hizo sonar el claxon del automóvil repetidas veces, y segundos después el individuo entró en el Porsche acomodando sus cabellos y cerrando la puerta con mucha prudencia. El perfume del sujeto fue lo primero que se hizo notar, una dulce fragancia cítrica con notas maduras y algo espaciadas.-Mi secretaria me dijo que era una emergencia, así que vine a tu encuentro, sabía que tomarías la avenida más transitada.-respondió el sujeto a una pregunta que nadie hizo, en un tono de voz frío y sepulcral, con un dejo cansado y algo fastidiado.

-Y ese... es Vincent-espetó Kitai volviendo a poner en marcha el Porsche detenido. Vincent era un individuo que rondaba los treinta años de edad, de nariz ganchuda, ojos profundos y claros, figura esbelta y cabello revuelto, de un tono oscuro con algunas canas. Vestía una chaqueta de cuero azabache, y unos pantalones del mismo tono, del tipo cargo con múltiples bolsillos. Lo que captaba la atención era su inusual acento, una especie de ruso con francés y el cigarro que aún fumaba dentro del automóvil, que ante la sorpresa de los presentes no dejaba su esencia impregnada en el vehículo. Incluso podría decirse que su aroma era... agradable. Sin embargo luego de un suspiro lo aventó por la ventana hacia las calles que el Porsche devoraba en cuestión de segundos.

-¿Cuál es la emergencia? No veo a ninguno de los dos perdiendo sangre, aunque no sé por qué la señorita Elena Bodrovski Merizteva se encuentra en el automóvil, y más importante, por qué cubre su cuerpo con un saco de hombre. Que por el color del mismo parece de tu propiedad, tu genio nunca te permitiría llevar un saco y un pantalón que no sean a juego Kitai-sentenció el sujeto con un tono de voz algo seco, hablando despacio mientras sus orbes fugitivos analizaban su entorno.-Este auto... la señorita Elena y tus ropas... y quieres cobrarme el favor que te debo. Nunca pensé que los informes fueran correctos-dijo tomándose el tabique con sus dedos y cerrando sus ojos-nunca te imaginé así de idiota. De verdad eres parte de la familia rusa.

Kitai se mantuvo en silencio mientras el GPS indicaba la proximidad al hogar de la blonda. El ruso tragó algo de saliva y musitó algo avergonzado-Los italianos deben pagar-la reacción de Vincent fue instantánea, llevando una palma a su frente y tomando algunos cabellos oscuros que se infiltraron entre sus dedos.-No llevas tu santo juicio rodeado de ángeles muchacho, aunque Elena parezca uno.-replicó el doctor con aire enfadado, y un dejo de decepción en su semblante frío y sepulcral-Pero veo que vives rodeado de lujos. Tienes un Porsche Panamera de cuatro puertas con un motor deportivo, un amplio baúl detrás, y parece ser que no utilizas el nuevo sistema de cierre electrónico. Puedo verlo en las llaves que cuelgan del volante. No te sientes seguro evidentemente, yo extraño el Sheep de tu padre.-Kitai giró su cabeza por encima de sus hombros para espetar furioso-¿El mismo Sheep que hizo volar tu amigo para salvar el pellejo de la tropa?-sin embargo el hombre de cabello oscuro prosiguió con naturalidad-Ropa Armani, zapatos de diseñador... y deduzco que utilizas un perfume importado también, aunque puedo percibir el aroma de una fragancia femenina en tus ropas, lo cual no me permite identificar cuál, y ahora que lo pienso es... la misma de la señorita Elena.-agregó el hombre observando a Kitai con desaprobación en su rostro, pero luego suspiró y observó por la ventanilla sus alrededores.

-Estamos yendo a la casa de la chica ¿Verdad? Reconozco el sitio, y conozco la propiedad del señor León. Si hubieras hecho algo estúpido no creo que quisieras venir aquí, y después de todo me llamaste por una emergencia médica... reanimación cardiopulmonar, eso explicaría el saco por encima del torso de la joven, tendrías que haber arrancado desesperadamente la primer capa de ropa para cerciorarte que no hubiera pérdidas de sangre internas, ante una posible recaída. Y si tuviste que aplicar respiración boca a boca eso también explicaría las fragancias de ambos. Lo que padece la señorita Elena es conocido por unos pocos doctores y algunos en el cuartel... Situs Inversus, si se encuentra en un estado delicado por culpa de aquella malformación genética no hay nada que pueda hacer muchacho.-sentenció Vincent después de una verborragia incesante que no era más que un análisis dicho en voz alta. Era muy común que trabajara solo y muchos de sus compañeros pidieran una transferencia, por lo menos antes de abandonar su antiguo empleo.

-Llegamos, quiero descender del vehículo aquí, prefiero que las cámaras de la mansión no capten la patente del coche.-replicó Kitai moviendo su cabeza y otorgándole una mirada penetrante a su compañero-Necesito que entres con nosotros en la mansión y corrobores su estado físico, temo por su bienestar.-luego se dirigió a Elena sonriendo de oreja a oreja y espetando con dulzura-Llegamos a casa, te sentirás bien muy pronto, ya lo verás.-descendiendo del vehículo se dirigió a vincent y le indicó que le siguiera, éste lo hizo a regañadientes, y antes de acercarse demasiado al gigantesco portón el ruso volvió a dirigirse a la chica-Vincent Renard, Encargado del cuerpo médico de combate, especialista en cirugía, cardiología y psicología criminal. Es un ex agente de la KGB, retirado por tratar en su consultorio a mafiosos heridos. A pesar de su mal genio tan sólo quiere ayudar al prójimo, por eso es que le expulsaron.

Una vez en la puerta dos matones detuvieron al trío e informaron por radio su arribo. Uno espetó que dejarían pasar al doctor, ya que cargaba consigo un carnet que corroboraba su identidad, no obstante se le quitaría cualquier arma y se le vigilaría de cerca. En cuanto a Kitai era distinto, el ruso habría terminado su misión y se le pedía que dejara la propiedad hasta que su presencia fuera requerida nuevamente. El joven no tenía pensado dejar que unos sucios guardias le dejaran fuera y comenzó a discutir fervorosamente. Uno de los dos simios de seguridad le apuntó con su rifle y el entrenado masculino le desarmó con una rápida patada y le profirió un duro golpe en el tabique que le hizo sangrar generosamente por su nariz. Cuando su puño se levantó de forma amenazante contra el otro guardia Vincent le detuvo. Kitai muy dolido espetó, con algo de rubor en su semblante y otorgándole una mirada solemne a la blonda, con sus ojos vidriosos y lastimeros.

(Soundtrack)

-Tan sólo... quiero saber que se va a reponer, que va a estar bien ¡Ustedes van a dejarla en su habitación como si fuera un paquete! ¡¿Ninguno comprende que se trata de un ser humano?! ¡Esta asustada, es una niña que sobrevivió por un milagro! Y van a dejarla sola hasta que sus padres regresen, sufriendo por su estado sin que nadie la cuide, atemorizada... ella no merece ese tipo de trato... no les ha hecho nada.-El muchacho se detuvo y dejó que su compañero le retuviese. Ya en calma dirigió su mirada al piso avergonzado, observando de reojo al pobre bastardo que seguía perdiendo sangre de forma alarmante. Le pidió a Vincent que acompañara a la muchacha y observándola por el rabillo de su ojo espetó-Cuídate, ¿Sí? Mi amigo te hará sentir mejor.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Mar Ago 06, 2013 2:55 am

Todo se había quedado en silencio, parecía que todo alrededor era bastante extraño, sin más me acomodo en el asiento, dejando atrás la mansión de los Burke, tengo muy encuentra y muy presente que pese a todo, mi Capi, no se podría fijar en alguien como yo, sé que soy única, sé muy bien que soy original y que pocas personas poseen mi inteligencia, mira que estar casi empatada en promedio con Taylor, no es sencillo, aunque gracias a la retentiva y facilidad para leer, es lo bueno de todo, y bueno ¿Qué más puedo hacer cuando se pasa tanto tiempo inactiva?, obviamente leer, estudiar y más que nada prepararme para exámenes y todo lo importante, pero bueno, regresando al Capi, sé que no se fijaría en mí, lo he visto con las muchachas que sale, y no se comparan en nada conmigo, son jóvenes amantes de la moda regente, modelos, salen en revistas  y eso, y yo… estoy muy lejana a ser como ellas. Doy un prologando suspiro, la verdad es que comienzo a sentirme cansada por lo sucedido, la fatiga es mucha, más cuando se trata de mi corazón, es algo que siempre me ha dejado bastante cansada. Le escucho, la verdad no comprendo muy bien qué es lo que intenta decirme, creo que intenta ganarse mi confianza, algo que de verdad muy poca gente realmente se ocupa de lo que me pasa, parpadeo un par de veces, intentando analizar lo que sucede, realmente no me había sucedido antes, solo Mika se preocupa por lo que me pasa, pero no puedo decirle del capi, porque seguramente le diría a mis papis, porque él al igual que yo… no sabemos mentir. Army por el contrario, bien que podría, pero la verdad está mucho más enfocado en lo que sucede con su noviecita oxigenada que en lo que pueda decirle, solo se lo puedo confiar a Alissa, quien ahora bueno, esta igual de enganchada con Lex que casi ya ni hablamos.
 
-Emmm… creo que…
 
Antes de que pueda terminar la frase comienzo a acurrucarme  en el asiento, parpadeo y miro hacia el frente notando como un hombre de figura siniestra, camina con un portafolio en mano, se detiene a unos metros de donde se encuentra el auto, la verdad me da miedo, ver a un sujeto así vestido y de acuerdo a lo que he visto en la televisión se puede tratar de un secuestrador, un matón o alguien que intenta hacernos algo, no dudo de las habilidades de Kitai, todo lo contrario, pero sinceramente no deja de darme miedo. Pero, cuando escucho el sonido del auto, doy un pequeño brinco saltando ligeramente, ya que de verdad luego de tanto silencio, el ruido termina por asustarme. Me retraigo cuando el sujeto entra, su perfume se siente en todo el auto  y aunque esta fumando el aroma no es molesto, pero si se siente extraño. Escucho como ambos comienzan hablar, mientras Kitai pone en marcha el auto. Lo siguiente es sorprendente, el sujeto menciona mi nombre, provocando que abra los ojos ampliamente, de verdad que no esperaba que supiera esos datos, su descripción sobre mi salvador y yo, termina por asustarme mucho más, parece que aparte de medico es adivino, algo que la verdad no esperaba.
 
La presentación del sujeto, solo provoco que asienta ligeramente, baje la mirada y me sonroje por lo que sigue, me da pena que hable de esa manera, si bien no soy ajena a los actos sexuales de la gente, no me molesta, pero si me apena que esos comentarios se hagan de mí, porque no son ciertos, si bien puede que refiera a otro punto, es lo primero que logro percibir, bajo la mirada escuchando nada más, para después desviar la mirada hacia la ventana a mi derecha, notando las calles vacías, ya que ahora es un poco tarde, dejando que los dos hombres hablen entre ellos, que si bien dicen mucho, comienzan a desesperarme. Pero me sorprendo mucho más al escuchar mi enfermedad, no es algo que de verdad esperaba, muchos tardan mucho en detectarla, pero es divertido los que no saben, cuando me toman el pulso del lado izquierdo y no encuentran nada, escuchan mi latido del lado izquierdo y nada, siempre me ha causado gracia mirar sus ojos sorprendido, de verdad es divertido, pero esta es la primera vez que alguien detecta lo que tengo sin tener que verme o examinarme  “este hombre aparte de medico es adivino, es una especie de Charles Xavier, versión humano.”.
 
Suspiro y siento alivio al ver mi casita frente a nosotros, pero Kitai prefiere que caminemos hacia la casa, es un poco extraño, de hecho me es extraño entrar desde la entrada hasta la casa caminando, regularmente suelo ir en alguno de los autos, pero la explicación de mi salvador es bastante convincente, asiento, mientras me voy quitando el cinturón de seguridad, abro la puerta no sin antes ponerme el escudo a mi espalda para poder salir del auto, sintiendo como el viento es muy frio, froto mis brazos por encima de la tela del saco, miro a los de seguridad y me dejan entrar sin problema, solo muestran un gesto sorprendidos de verme de esa manera, les sonrío ligeramente, detrás de mi entra el doctor Vincent, aquien me presentaron de manera exprés minutos atrás, ambos pasamos sin problema alguno, pero las maldiciones y gritos me obligan a girar y mirar lo que está pasando.
 
- ¡¡¡No peleen… ya!!!
 
Hablo lo más fuerte que puedo, deteniéndome para que no me hagan daño, escucho la voz de Kitai y me quedo mirándole fijamente, miro el charco de sangre, algo que no me gusta, menos porque la pelea es absurda, no sé porque se ponen tan agresivos, todo lo contrario –Aleksei, déjalo entrar, yo hablo con mis padres cuando vengan- hablo seria, de esas pocas veces en las que dejo mostrar mi carácter tal cual es –dudo que a mi padre le guste saber que no me hiciste caso y mucho menos que no le diste el pase a la persona que me ayudo, los detalles te los ahorro, porque a fin de cuentas, ese no es asunto tuyo, es un tema entre mis padres y yo, nada más, si no quieres volver al hoyo en el que estabas hace un par de meses, será mejor que lo dejes entrar… sabes de lo que soy capaz, no me hagas enojar- parpadeo y llevo mi mano al pecho, respirando un poco más agitada de lo normal, y con el coraje guardado, Aleksei le dio el pase a Kitai –de tus heridas cúrate tu mismo, si fuiste bueno para golpear, se bueno para curarte- hablo esta vez mucho mas entre cortado, por eso no me gusta demostrar mi coraje, porque siempre me pasa lo mismo, además, no soy así,  solo imito como hablan mis papás cuando alguno de los hombres a su cargo no hacen las cosas como se debe.
 
-No Kitai, ya me has traído hasta mi casa, ven con nosotros, no hay problema si entras, dudo a que los hombres de mi papá les haga en gracia que le informe al Don que no me hicieron caso
 
Hablo bajito, solo para que Kitai me escuche, ya que si bien he aprendido a lo largo de mi vida, estos hombres respetan a mi papi, casi pisan el suelo por donde pisa, pero saben bien que al saber mi papi lo que hacen también mami lo sabe,  y con ella no hay juegos, mamá es mucho mas enojona con ellos y más cuando sepa que dejaron afuera a la persona que estaba a mi cargo este día, que esa persona me salvo la vida, trajo un medico a la casa y que además tiene que rendir un informe a mamá sobre mi estado, mamá seguramente los descuartiza o hace algo peor.  Comienzo agitarme, mientras mis piernas me dirigen a la entrada, miro a Mikael justo a la entrada y como un niño corre hacia mí, me abraza, observa a los dos hombres, indicándoles con la mirada que los siga, mientras el enorme Hulk me carga en sus brazos, seguramente me mirare muy pequeña a su lado, pero él están grande y fuerte que sin problema alguno me llevara a mi habitación.
 
-Te iba a comprar a tu hermanito, pero me sentí mal- le hablo despacito, mientras mis brazos rodean su enorme cuello, pego mi cabeza hacia su pecho, sintiendo el movimiento un poco desesperado de sus pasos, mientras camina por la estancia –Cuando hables con mis papis diles que no estoy bien, sabes que no me gusta asustarlos, pero esta vez no me siento bien, de verdad Mikael, creo que estoy empeorando, lo siento dentro- cubro mi cara otra vez contra su pecho, notando por el cambio de luces como camina por la sala y luego por sus pasos trepa las escaleras,  dirigiéndose a mi habitación. Una vez arriba, abre la puerta de mi cuarto, camina por mi habitación y me deja en la cama, me sonríe e indica al médico y a Kitai que pasen, para que comiencen a examinarme; me siento en la cama y me quito el escudo, el cual abro al instante sacando de su interior los papeles con parte de mi expediente, me incorporo y se los entrego al médico-este es un poco de lo que tengo, me cambiare por algo mucho más cómodo, pueden sentarse, ahora le enseño el resto para que mire- les sonrío, lo más cordial que puedo, mientras camino hacia el baño, cierro la puerta y me quito el saco, mirando mi blusa rota, me sonrojo al ver que me vio prácticamente sin ropa, me quito lo que fue mi blusa de Thor y la tiro al basura, poniéndome la blusa de mi pijama de Superman, me quito los zapatos y luego el jean por mi pans de Superman, para luego ponerme las pantuflas de pata de dinosaurio, miro mi cabello y lo sujeto en una coleta alta ya que al cambiarme me despeine, salgo del baño dirigiéndome hacia uno de los escritorios donde usualmente estudio, abro uno de los cajones y saco la carpeta color negro de piel, con el resto de mi expediente, giro y se lo entrego a Vincent.
 
-Bien, aquí tiene el expediente completo, si tiene duda, dígame y le respondo, estoy consciente de lo que tengo- sonrío cansada, dirigiendome a sentar a la cama, observando al doctor a que mire mi expediente y a Kitai ahí.

Off:Este es Mikael, por si no te has pasado por los cannon aqui te dejo una imagen decente de él Mikael alias "Hulk"


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Mensaje por Kitai Sókolov Mar Ago 06, 2013 8:55 pm

Kitai le escuchó algo sorprendido, la reacción de Elena era la de otro individuo, sin lugar a dudas no parecía ella misma. No le tomó mucho tiempo al ruso darse cuenta que la blonda debía estar capacitada para imitar el accionar de sus progenitores, ante una situación similar tan sólo recurría a su memoria, lo que tanto León como su madre hacían para lograr que sus hombres cumplieran con su cometido. Naturalmente no había matones con las mismas agallas que el joven, los demás temblaban a la idea de que el don se enterase de que habían desobedecido una orden de su hija, si no fuera por la KGB monitoreando sus actividades también estaría aterrado porque algo fuese a sucederle. Sonriendo de lado con una mueca retorcida y algo irónica observó a la chica de reojo justo cuando un sujeto no muy alto, pero de espaldas anchas y rostro curtido hizo su aparición a lo lejos, acercándose deprisa a la muchacha.

Vincent permanecía inmutado, mirando su reloj pulsera con su semblante despreocupado y suspirando con algo de resignación. La situación no le afectaba en lo más mínimo, para su fortuna había acudido al encuentro desarmado, pero Kitai sabía que aquel hombre tenía la capacidad de utilizar cualquier objeto como un arma de alto impacto, y transformar cualquier material en un arma blanca. Sus habilidades cuerpo a cuerpo no eran de las mejores dentro de las fuerzas, pero seguía siendo un experto, por debajo del ruso pero muy por encima de los mediocres matones que parecían poblar la gigantesca mansión. El doctor tomó nuevamente un paquete de cigarros de entre sus ropas, pero cuando se dispuso a encenderlo se vio en la obligación de seguir al fortachón que cargó a Elena en brazos, dentro de la mansión. Por un instante Kitai se halló aliviado, imaginando que aquel hombre podía tratarse del descargo emocional que la blonda podía utilizar, pero no parecía factible que aquel conjunte de músculos hipertrofiados pudiera ser capaz de consolar a una jovencita. Parecía que le profesaba cierto cariño, pero dudaba de sus capacidades como confidente, mucho menos como terapeuta y aún menos como psicólogo. Un gran guardaespaldas parecía ser, sin lugar a dudas, pero le recordaba a esas heladeras antiguas que ni siquiera contaban con un congelador. Tan sólo servían para mantener la comida en buen estado, si bien cumplían con su tarea a la perfección, no podían realizar más de una.

Se dirigieron a la habitación de la fémina, que ante la mirada sorprendida de Vincent, no hizo reparo en que se adentraran tanto él como el joven ruso, seguidos obviamente por el musculoso guardaespaldas que podría protagonizar un combate de lucha libre, quien les hizo el ademán para que no tuvieran miedo de ingresar. El doctor mantuvo el cigarro entre sus labios, aunque apagado. No sólo conocía el estado de su paciente, sabía que fumar ante su presencia sería (en el mejor de los casos) cuestionable, sino que además temía la reacción del enorme individuo que les observaba detenidamente. A Kitai no le habían despojado de sus armas, ya que ambas se encontraban dentro de su saco, el cual tenía encima la blonda unos segundos antes de dirigirse a lo que parecía el baño. Por un momento frunció el entrecejo algo molesto, él adoraba sus pistolas, y aparentemente Vincent se había percatado de ello. No sólo gracias a su gran intelecto era probable que se hubiera percatado antes, de que Elena cargaba con sus armas, sino que además conocía el desmedido fanatismo que el ruso les profesaba, ante las improbabilidades de que algo así sucediera... el doctor sonrió de lado y ahogó una carcajada. La puerta del baño se abrió y la blonda, disfrazada en un pijama infantil de Superman, se dirigió hacia ellos con una carpeta que contenía su historial médico. Fue una suerte que lo hiciera un segundo después de que Vincent se riera con cierto desdén, de lo contrario hubiera creído que lo hacía por culpa de su inusual vestimenta.

El hombre de aquel semblante tan rígido observó los informes y fue pasando las hojas, una tras una, devorando las letras que le iban informando acerca de la crítica condición de su paciente. Aunque el dejo algo crudo de Vincent no transmitía en demasía sus emociones, parte de su entrenamiento como psicólogo criminalista, no era necesario ser un erudito para percatarse de que lo leído no era favorable. Observó a los presentes en la habitación y removió el cigarro que sostenían sus finos labios para observar a la blonda con su mirada perdida y solemne, algo fría pero serena.


-No quiero asustarte pequeña, pero debes saber desde tu nacimiento que lo que padeces es una enfermedad grave. No me voy a tardar decorándolo, es un milagro que sigas viva sin una mediación quirúrgica. Por lo que veo los doctores no han querido tomar riesgos innecesarios antes de tiempo, tu anatomía no hubiera soportado una operación siendo tan sólo una infante, las posibilidades de que todo saliera bien en aquel entonces eran ínfimas. Sin embargo puedo suponer que tanto tú como el señor Mikael...-hizo una pausa y observando al fortachón por el rabillo de su ojo espetó rápidamente-...conozco muy bien a la familia rusa, caballero, no se sorprenda.-y prosiguiendo con su discurso volvió su mirada a la blonda-quieren saber cuáles son las probabilidades de que todo salga bien. Lamento informarles que no son demasiadas, aunque la buena noticia es que tu cuerpo aguantó lo suficiente como para que el desarrollo de tus músculos soporten la operación. No hay mejor momento que éste, la tecnología y tu anatomía te darán buenas chances de salir con vida y disfrutar de muchas actividades vedadas para ti. Le has otorgado al mundo médico diecisiete años de avances en el campo de la computación, ingeniería genética y otras misceláneas que, sin lugar a dudas, te dan una mayor probabilidad de éxito. No obstante les recomiendo que sea lo antes posible. Hablen con quien consideren de confianza y sométase a una intervención, lo antes que pueda.-el doctor, hasta ahora sentado sobre una pequeña silla, leyendo los informes, se levantó de su asiento y observó a Mikael.

-Que tome algunos calmantes para poder dormir, el cuerpo de la chica se encuentra estresado, pero no hay de qué preocuparse por el momento. Lo que siente en su pecho es el reflejo de su propio organismo adecuándose a su anatomía. Si eso sigue así va a, literalmente, colapsarse, el dolor que siente se acrecentará hasta que sus órganos internos entren en shock y no puedan cumplir con sus funciones, pero eso tardará unas semanas. Hasta ese momento el dolor seguirá creciendo y se hará insoportable Elena-espetó el doctor observándola con cierta empatía-pero los calmantes evitarán que sientas gran parte de esa agonía, hoy podrás dormir en calma si tomas lo que te han recetado, puedes descansar en paz. Lo importante es que te quedes en casa y que te vean en un consultorio con el equipo apropiado, pero recuerda... debes someterte a la operación cuanto antes, de lo contrario nada de lo que te han dado será de utilidad.-con cierta frialdad volvió a acomodarse el cigarro entre sus labios y dejó la habitación espetando-Te espero afuera Kitai, creo que deberías darle cierto espacio para que pueda incorporar tanta información en tan poco tiempo, especialmente una tan... delicada.-Sin agregar nada más dejó el cuarto con la mirada gacha y suspirando. 

El joven ruso no supo qué hacer y ante la situación que se había desplegado ante él tan sólo pudo musitar-¿Cómo te sientes Elena? ¿Me necesitas para algo? ¿Puedo ser de ayuda?-Hubiera abrazado a la blonda sin dudarlo un segundo, pero la presencia de Mikael lo hacía difícil, si le consideraba peligroso podría golpearle en la primera tentativa de abrazarle, y un combate con el fortachón no sería igual de fácil que con los demás. Inmóvil aguardó por una respuesta, sorprendido por el detallado análisis del doctor que llegó a su conclusión sin siquiera tocar a la chica, no obstante era probable que no lo hiciera por temor a la represalia del enorme guardaespaldas. Como fuera estaba seguro que Vincent le explicaría más tarde.
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Mensaje por Elena Bodrovski Merizteva Jue Ago 08, 2013 5:12 am

Y ahí estoy sentada esperando a que el doctor analice mi expediente y mi basta enfermedad, por mero instinto llevo una de mis manos al relicario que mi mami me mando hacer para que sepan que es lo que tengo, suspiro y no puedo evitar sentir nervio por lo que está por venir, sé que no es sencillo y siento dentro de mí, que no estoy bien, se que cuando mis papis se enteren de esto me darán la regañada de mi vida  y de paso a Mika, ya que permitió que un completo extraño entre a la casa, revise mi expediente sin estar capacitado –para ellos- de mi estado, algo que para ellos es sumamente importante y que se que es de vital importancia. Mikael sin que se lo pida se sienta a mi lado y cruza su enorme brazo que son dos mis dos piernas juntas, frota mi hombro, en señal de estar conmigo y susurra a mi oído “Ellos vendrán en un par de días… tranquila, yo me quedo contigo en lo que ellos vienen, puedo dormir en el suelo, por eso no te apures”, asiento, sonriéndole ya que se que lo hace de buena fe y sin que mis papis le digan, pese a todo él ha estado cuando mis papis se han ausentado y creo que sin él, me sentiría sola. 
 
El medico comienza hablar, cada una de sus palabras las siento duras, frías y crueles a la vez, pero se que es su deber, muchos médicos me han visto,  ya que mamá no ha estado complacida con las opiniones de los que me han visto, pero, todos han acertado en lo mismo, necesito un corazón nuevo, pero que gracias a los medicamentos estos han controlado mi estado, más no esperaba que justo ahora venga esto. Trago saliva más por él “Lo que siente en su pecho es el reflejo de su propio organismo adecuándose a su anatomía”, trago saliva, frotando mi pecho ante esas palabras, ya que duele, no tanto como horas anteriores pero aun duele mucho, pero almenos tengo la tranquilidad que los calmantes me harán sentir menos el dolor, pero lo que sigue no me gusta y no me gusta nada, “Si eso sigue así va a, literalmente, colapsarse, el dolor que siente se acrecentará hasta que sus órganos internos entren en shock y no puedan cumplir con sus funciones, pero eso tardará unas semanas.” , todo parece detenerse en ese momento, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué a mi?, me quedo helada, sintiendo ese escalofrío recorrer mi cabeza hasta la base de la espina dorsal, trago saliva y no puedo evitar que una lagrima caiga de mi rostro, misma que cae lentamente desde mi lagrimal, recorre mi mejilla hasta la barbilla, en el momento en que cae sobre la alfombra, es como si escuchará el “Crash” del impacto, en ese instante siento que todo vuelve a la realidad. Mika me abraza en ese momento, me dice cosas en mi idioma natal, las cuales no comprendo con claridad, todo me parece opaco y es como miles de voces me hablaran al mismo tiempo, por más que quiero no puedo abrazarlo, solo quiero saber que estaré bien y que mis papis estarán conmigo, solo eso.
 
Es como un balde de agua fría que cae de golpe por la piel, y sientes como miles de agujas te calan la piel, el dolor crece de poco en poco, sientes que morirás si no te arropan o ingieres algo caliente que pueda traer al cuerpo la temperatura adecuada y puedas almenos nivelar el nivel de frio en el ambiente.  Escucho como a lo lejos la voz de Kitai, misma que me trae a la realidad, asiento, es lo único que puedo hacer, Mika se pone en pie camina unos pasos, regresando de inmediato a mi lado, para poderse agachar a mi altura, levanta mi mentón para que le mire a los ojos, ya que mis ojitos están rojos, suspiro al ver su gran cuerpo a mi misma altura “Ahora mismo les hablaré, Katrina me tiene que escuchar, de lo contrario se que Leon vendrá lo antes posible, para ellos eres importante y lo sabes y si estas aun aquí con nosotros es porque aunque se ausenten, lo hacen para que nada de esto te atrape… Lena, vas a estar bien, llora, si eso es lo que quieres, si con eso te sientes bien, llora, porque desde que eras pequeñita, pocas veces lo has hecho y eso Lena, te hace fuerte… le llamare a tus padres e iré por mis cosas, no me perdonaría si algo te llegase a suceder, y ellos tampoco me lo perdonarían, estaré a fuera haciendo llamadas”, sus palabras solo provocan que más lagrimas caigan de mis ojitos, le miro y solo asiento –diles que vengan pronto… por favor diles que vengan- hablo entrecortado por estar llorando, levanto la mirada, notando como el grandote de Hulk se va de mi habitación, y escucho nuevamente a Kitai negando ligeramente.
 
-No me siento bien, sabía que tarde o temprano esto pasaría, pero- me controlo para poder hablar bien, limpio mis ojos para poderle mirar mejor –no ahora, mi hermanito llegará en unos meses y no…- trago saliva mirándole fijamente-quiero morir… no ahora- niego ligeramente, se que mis papis buscarán una segunda opinión, lo se, pero se que a final terminare con una cirugía –Le prometí a mi papi que sería forense, que sería alguien importante como él quiere y como quiero- parpadeo rápidamente, volviendo a limpiar mis ojitos por las lagrimas que se niegan a parar –quiero hacer muchas aun, solo tengo 17 años Kitai, no quiero morir ahora- llevo ambas manos a mi cara, para intentar limpiar las lagrimas, respiro entrecortado y me controlo, ya que mamá dice que con llorar no voy a solucionar nada, no gano absolutamente nada, y pese a que le he dicho que no fui programada para ello, se que sus palabras tienen mucha razón; lentamente me descubro el rostro para poder mirarlo nuevamente.
 
-Quiero a mis papis ahora, quiero que estén aquí, pero no se puede, tienen negocios fuera y sabrá Thor que otras cosas, pero los necesito mucho…
 
Niego ligeramente, porque me estoy escuchando muy egoísta, se que ellos cuando están conmigo me dedican tiempo, se que cuando papi está en casa hace todo lo posible por estar al pendiente de mi, de la escuela, de mis actividades, de salir conmigo y de ir a las convenciones que puede, aunque no se disfrace y solo yo lo haga, pero está conmigo, y que ahora no este y exija que este conmigo, solo es ser egoísta de mi parte y no quiero eso, no quiero que por mi culpa sus negocios se estropeen… aunque los necesite aquí.   Observo el teléfono inalámbrico en forma de mazo de Thor que esta en el buro derecho de mi cama, me estiro y observo los números del teclado, me sé  los números telefónicos de Alissa y de Army de memoria, marco el de Army, 61412... y me detengo, colgando de inmediato la marcación, seguramente estará hablando con la oxiganeda de Naerin… opto por marcar el de Alissa digito 075302... y de igual manera me detengo, seguramente esta justo ahora con Lex y pues casi no se ven como para que yo los interrumpa, así que me resta quedarme sola por ahora.
 
-Pero ¿sabes?,  no quiero estropear sus asuntos, no quiero ser la causa de que sus negocios no resulten- bajo la mirada apenada –no quiero que crean que es un chantaje mío, se que Mika los va a tranquilizar, vendran en un par de días y eso, pero no quiero que por mi culpa algo de lo de ellos salga mal- trago saliva y levanto la mirada para ver a Kitai –Gracias, de verdad, por aguantarme hoy, por salvarme la vida, por llamar a tu amigo y por tomarte la molestia de decirme como esta mi estado… pero- le miro y sonrío ligeramente –no quiero escucharme pesimista, pero también estoy consciente de los peligros se pueden presentar en cirugía, creo que no iremos por la blusa que me debes y por el hermanito de Mikael- sonrío un poco triste, aunque parte de lo que digo es cierto, puede y existe una posibilidad muy alta de que no sobreviva. 
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Mensaje por Kitai Sókolov Jue Ago 08, 2013 11:22 pm

Soundtrack

Observó a Elena con sus ojos vidriosos, mientras su pecho se encogía debido al llanto que reprimía. En muy poco tiempo había sido capaz de ver el verdadero perfil de la muchacha. Era una jovencita abandonada, por unos padres ausentes que sostenían un imperio a costa de su propia hija, una enfermedad fatal le acosaba desde pequeña como la sombra de una parca tan letal como presente, y lo más cercano a un hermano era Mikael. Aquel sujeto de imponente físico y mirada penetrante no era tan sólo un conjunto de músculos, ante la sorpresa de Kitai, era más que capaz de contener a la blonda. Su mirada rehuyó al suelo, fugitiva, mientras un desasosiego crepitaba por debajo de su piel, como una voraz serpiente que se alimenta de los temores y las pesadillas de un hombre. Sus orbes se dirigieron al umbral del cuarto cuando escuchó la voz ajena, distante, remota, algo apagada, hablando con el individuo de gigantescas proporciones. Por sus recuerdos desfilaron aquellos compañeros que perecieron bajo el peso de las balas, aquellos que alguna vez mantuvieron un lugar muy cercano a su corazón, pero que ahora no eran más que fantasmas. Sombras en las memorias y reminiscencias del muchacho, tan sólo susurros de un pasado muy doloroso para enfrentar.

Sorprendido, atestiguó la retirada de Mikael, quien ahora le dejaba a solas con la blonda ¿Acaso comprendía el dolor del joven? ¿Acaso se había percatado de que Elena tal vez necesitaba ser contenida por alguien más para no sentirse tan apegada a un solo individuo? ¿Qué le había dicho ella? El enorme sujeto tal vez compartía la misma estatura y el cuerpo hipertrofiado de aquella pequeña figura de acción que la chica pretendía obsequiarle, pero su forma de ser parecía muy distante de aquel ser dominado por la ira y la furia. Aún sin percatarse de la inesperada circunstancia escuchó una vez más a la blonda, quien ahora se dirigía a él, perforando su corazón con la mirada de alguien que aguarda a la muerte con gran pesar, y con terror en su semblante. La escuchó con atención, sin interrumpirla ni por un segundo, mientras las palabras salían despedidas de sus labios que parecían temblar a cada segundo. Podía sentir la agonía ajena como si le estuviese devorando por dentro con funestas fauces, cubiertas por miles de lamentos y llantos desconsolados.

Elena estaba aterrada, la inminente verborragia era prueba suficiente de ello. Vincent debía tener sus razones para llevar a una jovencita al borde del llanto, para llenar su existencia de funestas ideas y de lúgubres augurios. Por un momento maldijo su suerte, maldijo a su compañero y maldijo el rumbo que había tomado su vida. Ante los eventos que se desplegaban frente a él no podía evitar sentirse como un completo inútil, desamparado e impotente. El fuego de sus ojos observó de soslayo los claros zafiros ajenos, mordió sus labios en una inequívoca expresión de concoja y suspiró con fuerza. Todo aquello tan sólo revivía los peores momentos de su vida, le traía consigo los mismos espantosos sentimientos que habrían tomado su espíritu aquella fatídica tarde, donde tan sólo el llanto ahogaba sus gritos de dolor y sus puños ensangrentados juraban venganza por el carmesí derramado en el suelo. La ironía que le asaltaba ahora le hacía ver que era incapaz de controlar el rumbo de su existencia, y pretendía controlar el ajeno, cada palabra de la blonda le hacía titubear en su empresa. Sus párpados entrecerrados escudriñaban a la chica, y sus pies se movían casi en contra de su voluntad, cada vez acercándole al objeto de sus penas.

Sintió el peso de la culpa en su pecho, aquel sentimiento que le azotaba desde aquella tarde en el centro comercial. Kitai sentía en su corazón una agonía capaz de triturar la voluntad de cientos de hombres, la justicia palpitaba dentro de sus sienes, reclamaba sangre y gritos de dolor. Su consciencia no le dejaría dormir hasta regocijarse en los restos de aquellos responsables por la muerte de una inocente. Ahora mismo tenía delante el futuro de la familia rusa, aterrorizada y resignada, acogía su destino de la misma forma que un soldado avanza hacia las líneas enemigas con el corazón inanimado y su espíritu deshecho. Asintió con su cabeza algunas veces, mientras escuchaba a la chica y juntaba las fuerzas para sonreírle, no sabía qué hacer para que su dolor se disipase. Por un instante se detuvo y cuando las últimas palabras brotaron de los labios de Elena se apresuró a rodearla con sus brazos y presionarla fuertemente contra su cuerpo. De forma inesperada besó su frente, en un acto propio de un hermano, y aunque algo atrevido, fue algo involuntario. Algo dentro de Kitai le hizo saber que debía hacerla sentir acompañada, no estaba sola en este momento de miedos y dudas.

-Estarás bien, eres Elena Bodrovski Merizteva, no verás la luz al final del túnel por una tonta operación-espetó el joven con sus ojos vidriosos y su habla pausado, sereno y relajado-Y no debes disculparte, eres apasionada, comprendo eso ahora. No dejes que algo así te quite tu brío, tu debes brillar niña, nunca debes titubear.-se separó un poco de ella, tomándola gentilmente de su barbilla con su pulgar y su índice, fijando su vista en la ajena, perforando el corazón de la blonda con su gentil mirada-Esto no termina aquí, tu historia no esta más que empezando, no sólo compraré esa blusa, no sólo traerás de vuelta al hermano de Mikael, un día recordarás este momento con una sonrisa y reiremos juntos.-súbitamente apoyó su mano en el pómulo de la blonda y la acercó un poco a su rostro, apoyando su frente contra la ajena, cerrando sus ojos-Aún te queda mucho por hacer, y no creo que seas una molestia para tus padres, estoy seguro que deben sentirse muy orgullosos de su pequeña.

Una vez más le abrazó, pero esta vez con mucha fuerza, apoyando su cabeza sobre el hombro ajeno mientras sentía en su pecho la respiración de la pequeña. No podía perder a otra persona más en su vida, y aunque la muchacha era una extraña hacía tan solo veinticuatro horas, no lo sentía así ahora. Podía sentirse identificado con su aflicción, el abandono de sus padres era evidente, la vida de las mafias no era un mundo atractivo, y aunque su obsesión por conseguir su venganza y aniquilar al enemigo italiana era difícil aceptar aquel mundo frío, cruel y remoto que lastimaba a personas inocentes como Elena, y que a largo plazo lograba transformarlas en monstruos.-No estas sola Elena, no estas sola. No tienes por qué atravesar esto así, yo cubro tu espalda niña, yo cubro tu espalda.-repitió con su voz maternal y su tono sereno, mientras evitaba que la situación le desbordase.
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